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A menos de 45 días para las elecciones municipales Marbella desconoce todavía a quién presentará Ciudadanos como candidato a alcalde de la ciudad. No se trata de una plaza menor, pero tampoco se sabe el nombre del aspirante de Vox y el de Podemos está pendiente de resolverse. La asamblea en la que se ratificó al único candidato tras un proceso conflictivo en el que fue imposible alcanzar un consenso fue anulada. La nueva política presenta más dificultades de las previstas.

Han pasado ya cinco años desde que la irrupción de Podemos en las elecciones al Parlamento Europeo revolucionara el paisaje político español. La aparición del partido morado y su auge, hasta que Pablo Iglesias decidió dispararse un tiro en el pie desprendiéndose de las mentes más brillantes que lo acompañaban al mismo tiempo que le hacían sombra, despertó honda preocupación en altas instancias, como se está viendo ahora con la mugre que sale a la luz.

No parecen estar muy errados quienes interpretan la posterior aparición de Ciudadanos en la política nacional como el contrapunto bienpensante a la irrupción de Podemos, del mismo modo que el surgimiento de Vox parece ser una respuesta más o menos espontánea a la amenaza independentista. Los temores generan monstruos.

Hay propuestas que solamente parecen encontrar razón de ser en constituirse en la contrapartida de su polo opuesto. Por ello no extraña que el partido naranja se estanque en las encuestas al mismo tiempo que Podemos se desinfla, y por ello cabe esperar que Vox mantenga su auge mientras el separatismo catalán conserve cierto vigor. Quizás alguien encuentre exagerado considerar a algunos partidos políticos la mera cara opuesta de la moneda de su adversario, pero está claro que hay propuestas que necesitan como el beber de la existencia de un enemigo.

Hacer política, sin embargo, es mucho más que saber aprovechar la oportunidad de un momento histórico -llámese éste 15-M, crisis económica o desafío catalán- y también es más que aplicar avanzadas técnicas de marketing para vender siglas o candidatos.

El problema de alimentar las expectativas de los ciudadanos es que después viene la digestión. Y basta con llegar a posiciones de gobierno o de simples buenos augurios electorales para darse cuenta de que llenar casilleros con nombres de personas responsables y competentes, ya sea para completar el organigrama del Gobierno andaluz o para proponer un candidato a la Alcaldía de Marbella, parece fácil pero es extremadamente difícil.

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