El Papa surfero
La fumata blanca para anunciar que había sido elegido un nuevo papa me sorprendió en un congreso médico ofreciendo una ponencia sobre espiritualidad y dolor. ... Confieso que me emocionó cuando vi quién era el elegido. No lo conocía personalmente, pero las referencias que tenía de él eran inmejorables; además, nuevamente, mi intuición, no había jugado malas pasadas: pensaba que saldría un papa que acogiera el legado de Francisco con formas diferentes que facilitarían que los críticos al pontificado de su antecesor se relajaran.
Cuando Robert Francis Prevost ejercía su ministerio en Perú, le apodaban el surfista. No se utilizaba de forma peyorativa, como referencia a alguien que se pone de perfil para no verse atrapado por los problemas; todo lo contrario, sino como apelativo de un hombre que sabría cabalgar la ola cuando tocaba, sin miedo, pero también sin que le mojase el agua. Y eso es bueno y necesario.
La dilatada experiencia y su personal carácter marcará sin duda la trayectoria de León XIV. También, lógicamente, su recia espiritualidad. Frente a los análisis acelerados que pueblan las conversaciones, redes y artículos varios, prefiero esperar para comprobar que, como intuyo, su pontificado será un bálsamo para muchas heridas. De toda índole: intra y extra eclesiales. En este mientras tanto, como no puede ser de otra forma, estoy atento a sus pasos como papa que aúna lo mejor de muchos mundos.
Ayer domingo comenzó, de manera oficial, su pontificado con una eucaristía, llamada de entronización. Es misa de inicio de pontificado, aldabonazo definitivo a una etapa que estrena la iglesia católica en estos cinco lustros que lleva caminando en el siglo XXI. Y lo hace con un papa actual, creo que el primer papa matemático, por el que ya rezo y le deseo lo mejor para un mundo que necesita Evangelio.
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