EL PAISAJE URBANO

Pero el paisaje urbano se muestra inquieto y parece que cada vez de forma más rápida nos ofrece cambios que, seguramente, son una adaptación a los nuevos tiempos, en los que aumenta la competencia de los negocios, cambian los precios de los alquileres, llega el cambio generacional o, muy importante, varían los gustos y preferencias de los consumidores, entre otras muchas circunstancias.

En las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, en Marbella, había zonas en las que se sucedían las cafeterías, unas al lado de otras, formando una hilera perfectamente reconocible que ha quedado plasmada en postales para el recuerdo. Era el caso de la avenida Ramón y Cajal, con las cafeterías Salduba, Sport y Madrid, entre otras que gozaban de amplias terrazas al sol muy frecuentadas por quienes querían ver y ser vistos. Esa zona tan revalorizada pasó a manos de las entidades bancarias, que terminaron copando los locales, cambiando sustancialmente la foto. Después, en otro ciclo, también los bancos se han visto reducidos en número, algunas de cuyas instalaciones no han sido sustituidas y permanecen cerradas. Cosa extraña, porque lo habitual con las superficies más grandes es que sean acaparadas por empresarios chinos, que han diversificado sus actividades, que esa es otra característica de los últimos años

En Ricardo Soriano también han ido registrándose los cambios y, últimamente, han cerrado algunos establecimientos que, a causa de su larga vida, tienen un lugar en la historia local. Es el caso de la cafetería Montecarlo, que desde hace más de medio siglo siempre fue el Pic-nic para muchos. Debe ser el signo de los tiempos que, sin esperarlo, un día acudas a tu desayuno y te encuentres las puertas cerradas sin saber si volverán a abrirse algun día. Este sitio siempre fue un lugar de las reuniones más diversas. Hace varias década, cuando lo regentaba Leopoldo, todo un personaje local, era cita imprescindible de futbolistas y futboleros y allí se gestionó más de alguna operación o fichaje.

El Pic-nic seguía cumpliendo esa función hasta su cierre pero con otros colectivos, entre ellos algún partido político que reunía a parte de su grupo municipal para acordar asuntos que después se tratarían en los plenos. También algún sindicato municipal, que tenía día y hora fija para tomar posiciones en sus estrategias. Hace unos años, este bar-cafetería formaba una linea, en la misma calle, con el Hogar del Productor (uno con su historia peculiar), en el edificio sindical, y la cafetería Alfil, ambos desaparecidos ya hace tiempo, y que tenían una clientela fija con sus especiales características, además de la numerosa de paso.

En muchos de estos negocios llegaban los clientes con la confianza de encontrarse a los empleados de siempre, esos que sabían al detalle sus costumbres de consumo, pero que también les recogían avisos y recados y les hacían sentirse en una segunda oficina, pero eso también comenzó a cambiar hace mucho tiempo, cuando la estabilidad laboral dio un tremendo giro, aunque queden algunos supervivientes. No está claro en que parte es el paisaje el que se adapta a la actividad humana o nosotros los que nos tenemos que adaptar a las variaciones que nos propone el paisaje.