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Un país a la deriva

Viajes al filo de lo imposible sin haberlo elegido

Pablo Aranda

Málaga

Miércoles, 26 de septiembre 2018, 07:34

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Un indonesio de 19 años ha pasado 49 días a la deriva en una balsa. Una vez rescatado ha confesado que tuvo miedo y a ... veces lloraba pensando en su padre y su madre. En Oviedo un matrimonio de 74 y 72 años ha pasado dos días y dos noches en un parque tras ser desahuciado. Un banco de un parque puede convertirse en una balsa a la deriva. Siguiendo con las metáforas, el mar es España y España va bien, hasta los funcionarios y el rey acaban de subirse el sueldo. El mes pasado la Guardia Civil rescató a un turista alemán de 23 años que llevaba dos días en una cueva de Mijas de adonde había caído, sin agua ni comida ni ropa de abrigo. De nuestros cuatro protagonistas a la deriva solo sabemos el nombre del primero, el indonesio, y se llama nada menos que Aldi Novel Adilang. A lo mejor Adilang es un apellido común en Indonesia. A los 19 ya casi no es novel, pero todavía sí. Eso de llorar pensando en los padres. A lo mejor los padres lloraban cuando estaba a la deriva antes de estar a la deriva: su trabajo consistía en vivir en una balsa de madera atada a un noray y por la noche encendía unas luces que atraían a los peces y él los pescaba. Por el ojo muere el pez. Una vez a la semana el dueño de la balsa -que tiene otras 50 balsas- iba a recoger el pescado y a llevar combustible al joven, para que pudiera cocinarse y encender las luces por la noche, así cualquiera duerme.

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