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La Rotonda

Pacientes de ictus

Ángel Escalera

Málaga

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Martes, 31 de octubre 2017, 08:25

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Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte. Sin poner en duda la veracidad de esa afirmación, hay cosas que es mejor no comprobar en primera persona. Que tampoco se trata de pretender ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro. Los toros se ven mejor desde la barrera, donde se huele el peligro, pero no hay que pasarse el morlaco por la taleguilla. Este preámbulo viene a cuento por los problemas a los que se enfrentan los pacientes que han sufrido un ictus. Una vez salvada la vida, les toca hacer rehabilitación para eliminar las secuelas o, al menos, reducirlas. Y aquí es donde empiezan a darse de frente con la dura realidad. Lo normal sería que las sesiones de rehabilitación y fisioterapia de la sanidad pública malagueña comenzasen de inmediato. Eso es lo que la lógica médica indica, puesto que el tiempo es oro para contrarrestar los efectos de una lesión neurológica, pero lo lógico, en este caso, se convierte en ilógico. Los enfermos esperan varios meses (de tres a cinco) hasta que los llaman para la fisioterapia. Ante ese retraso, a todas luces injusto e inadmisible, los familiares, que saben de la importancia de que la asistencia sea rápida, recurren a la rehabilitación privada y, previo pago del importe, contratan los servicios de un fisioterapeuta.

Esa negativa circunstancia se evitaría si la plantilla de profesionales de fisioterapia del SAS en Málaga guardase relación con las necesidades de la población. Como no es así (apenas hay 200 fisios cuando debería haber unos 500, según datos del Colegio de Fisioterapeutas de Andalucía), los enfermos se ven condenados, por un lado, a una tardanza que les perjudica en su recuperación y, por otro, a que la atención que se les presta sea escasa, ya que los fisioterapeutas tienen un volumen elevado de pacientes y no dan abasto por más buena voluntad que ponen en hacer bien su trabajo. Eso la Consejería de Salud lo sabe, pero parece no darse por enterada. Es más sencillo mirar para otro lado, como si nada pasara, que reconocer las carencias y ponerse a trabajar para resolverlas. Y si la rehabilitación de las personas que han sufrido un accidente cerebrovascular es deficiente por la falta de personal, el Hospital Regional Carlos Haya sigue enviando enfermos con un ictus isquémico severo al Hospital Reina Sofía de Córdoba, en horario de tarde y los fines de semana, para que se les practique una trombectomía mecánica (destrucción del trombo o coágulo que obstruye la arteria). La situación debería haber estado solucionada en julio; ahora aseguran que se solventará en enero. Simplemente, lamentable.

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