Secciones
Servicios
Destacamos
ROBERTO LÓPEZ
Jueves, 1 de mayo 2025, 02:00
Yde pronto se hizo la luz. A las 12.33 de una mañana de abril. Como en una cita bíblica (Ezequiel 1:2), o como ... en un poema o en una factura de Sevillana Endesa. De pronto, la constatación de nuestra fragilidad, la descomposición de un sistema, las estanterías vacías del Mercadona, negras como un agujero..., y a la vez el milagro de la vida, las familias conversando a la hora de la cena, los niños en la calle que gritan y juegan y ríen. Un apagón que nos ilumina.
Recuerdo a Nicanor Parra, que vivió 103 años y sabía mucho, por viejo y por poeta. Recuerdo aquello de «EL MUNDO ES LO QUE ES y no lo que un hijo de puta llamado Einstein dice que es». Las cosas son como son y ya. Aunque nos pongamos de espaldas, aunque nos finjamos poderosos y atractivos con nuestro iPhone 16. El apagón, durante unas pocas horas, nos ha puesto en nuestro sitio.
Los servicios de inteligencia advierten de que 48 horas es el límite que separa el orden de la anarquía. En una hora, Málaga era un caos de tráfico. Por la tarde, se agotaba el papel higiénico. La desinformación se expandía como un tsunami o una paradoja, justo cuando no había información y justo cuando solo sonaban los transistores a pilas. Después el miedo, la incertidumbre, la resiliencia, el gozo... El silencio.
Al igual que para que exista la música tiene que existir el silencio, para que exista la luz tiene que acontecer la oscuridad. Una oscuridad cegadora, pastosa, como de ámbar. Una oscuridad inédita como la del lunes. Entonces, solo entonces, lo ves todo más claro. Tal y como lo vio Ezequiel. Los niños jugando en la calle, las familias paseando en paz, los jóvenes sin pantallas que se reúnen despreocupados al atardecer, las vecinas que volvían a sacar las sillas a las puertas de sus casas y a referir.
Otro tiempo, otro lugar. Dos mundos conviviendo en el mismo instante de emergencia: el miedo y la paz, la oscuridad y la visión, nosotros desnudos como gigantes vulnerables, lo impensable, la naturaleza humana, una prueba de la que no aprenderemos nada, otra anécdota fatal en este momento distópico... Y la certeza, queridos, de saber que porque estamos rotos entra la luz.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Santander, ¿una ciudad de quince minutos?
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.