Okupar la cárcel
VOLTAJE ·
La antigua cárcel de Cruz del Humilladero ha sido okupada por un presunto zangolotinoEsta es una noticia de fábula, un texto periodístico que, si no hubiera sido publicado el 26 de diciembre sino hoy, 28, podría pensarse que ... se trata de una broma. En una visita casual, un operario municipal descubrió a un inquilino habitando en la antigua cárcel del distrito de Cruz del Humilladero, donde había acudido acompañado por unos productores que querían rodar allí una película. La película, sin embargo, estaba dentro. Hecha carne y hueso, la trama estaba personificada en un ciudadano de 30 años, no se sabe si de Málaga pero arraigado aquí, que tenía un Audi A4 aparcado en las instalaciones. Ahí, con el Audi A4, es cuando se alienta la sensación de inocentada y se desmorona la posible trama dramática que podría acarrear el ejercicio de la okupación, que no es el de una familia tirada a su suerte, tampoco es una comuna hippy, sino un aparente zangolotino que, al ser descubierto, hace algo que podría empezar a definir su llegada a los 30: ante cualquier incidencia de carácter grave, llamar a tu abogado antes que a tu padre. Ese pequeño 'shock' de repentino sentimiento de vejez no afecta cuando tu abogado y tu padre son la misma persona. O cuando es abogado él mismo, que en el argumento de la película que yo imagino pretendería montar en una antigua cárcel un despacho de abogados especializado en lo penal. Hay okupas que vienen muy preparados y se saben las leyes mejor que los legítimos propietarios. Pero la verdadera causa de este problema es el abusivo precio de las viviendas que sufrimos tanto en Málaga, provocado en parte por aquello que nos iba a hacer ricos.
El edificio de la antigua prisión de Cruz del Humilladero, por su parte, lleva tantos años abandonado que, más que un centro cultural, podrían levantar allí un arqueológico. En febrero decían que terminaron la 'primera fase' de las obras, consistente en algunos derrumbes en las esquinas, quizá también en la mejora de la grifería, el caso es que ahora se ha convertido, casi sin proponérselo, en un espacio para rodajes, en un insólito plató, porque habrá pocos sitios en España que conserven una arquitectura carcelera tan intacta, y sin presos dentro. Ridley Scott la convirtió en una cárcel azteca para una película. Nuestro okupa, sin quererlo, ha dado argumentos para otro proyecto entre lo urbanístico y lo cinematográfico: mientras terminamos el centro cultural y en plena sintonía con las obras, tunear las celdas para crear miniviviendas para okupas que no podrían salir en un tiempo acordado con ese despacho ilegal, lapso que podrían aprovechar para invertir en criptomonedas, y llevar vida de rico en el Metaverso, con su Audi a4, con los papeles en regla.
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