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Por sus obras los conoceréis

La tribuna ·

Recuperar el viejo prestigio de la sanidad pública española y de la andaluza es una condición necesaria para cualquier otro empeño. Y esto es un objetivo en el que deberíamos de encontrarnos todos

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Miércoles, 13 de marzo 2019, 00:30

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A lo largo de los últimos años he participado en manifestaciones y otros actos públicos en los que altos cargos del PP han estado a la cabeza, denunciando el deterioro de la sanidad pública. El compromiso, pues, del nuevo gobierno, con la cuestión sanitaria es mucho, pues, entre otras cosas, ha sido uno de los agujeros negros por los que se ha ido el gobierno socialista. «No sé si nuestro modelo va a ser mejor o peor, nuevo sí que es», leemos en SUR que ha declarado el consejero de Salud, después de ver y oír de su propia boca que su Consejería de Hacienda está «tiesa como una mojama». Declaraciones ambas a cual más preocupante. ¿De dónde va a conseguir los recursos el nuevo gobierno para mejorar el sistema público sanitario? Mejorando los ingresos y la gestión del sistema, ¿de dónde si no? Hasta ahora sabemos que van a bajar los impuestos, con lo que esperan aumentar el número de cotizaciones y de ingresos públicos. Esperaremos. También sabemos, porque lo han dicho ya, que van a aumentar los conciertos privados. En Málaga la sanidad privada tiene ya casi la mitad de las camas hospitalarias. El aumento de los conciertos aumentará la inversión privada en sanidad. ¿Tiene el nuevo gobierno algún cálculo de cuál es la proporción adecuada publico/privada para que el sistema público no se descapitalice irreversiblemente? La mejora de la gestión es un noble objetivo. ¿Hay ya un cálculo del despilfarro del gobierno anterior? ¿Cuándo sabremos qué dinero se podrá ingresar por la mejora de la gestión? Pero, ¿se puede mejorar sensiblemente la gestión sin afectar la función de algunos servicios básicos? El personal (capitulo 1) y los medicamentos son dos de las más importantes fuentes del gasto.

No nos caben muchas dudas de que lo primero que hará el nuevo gobierno será adecuar las plantillas a las necesidades reales. Especialmente en atención primaria. Y subir el sueldo de los profesionales. Les va en ellos su reputación. Y es fácil de hacer. Al fin y al cabo es solo una cuestión de dinero (¡). La política de personal ha sido el caballo de Troya de la joya de la corona del anterior gobierno. Las personas no son recursos (humanos) que se pueden gestionar como si de otros recursos (no humanos) se tratara. Es un lugar común que sobran cargos intermedios. No estaría mal que ya comenzáramos a ver algunas medidas a este respecto.

¿Se puede ahorrar en medicamentos liberalizando el mercado de los productos farmacéuticos o restringiendo el de los genéricos? Un verdadero reto. ¿Va a mantener el nuevo gobierno el modelo de unidades de gestión clínica? No sería una mala señal que volvieran a llamarlos servicios. Una noble palabra cuyo significado es claro. Tan claro como el actual de unidades de gestión. La gestión es importante pero lo es más aún el servicio. El modelo de unidades de gestión implantado a finales del siglo pasado ha ido cambiando la mentalidad de los clínicos, cuyos objetivos han dejado de ser  los vocacionales (de servicio) para convertirse en objetivos técnicos, cuyo rendimiento era evaluado por su capacidad de producir unidades de salud (ya sean enfermos por consulta, hígados operados o listas de espera). Naturalmente estos objetivos cuantitativos son importantes, pero si se convierten en los únicos, y créanme, han sido los únicos para muchos gerentes y líderes profesionales, terminan a lo largo de un par de generaciones por deteriorar la moral médica, esa moral mínima para ser ético que el profesor Diego Gracia, con humor, identificaba con la moral del Alcoyano. El asunto de los liderazgos es de gran importancia. Una de las más graves acusaciones que se ha hecho al anterior gobierno es la de politizar los cargos profesionales. No es que exigieran el carnet del partido pero sí jurar fidelidad al memento gerencial. ¿Se va a modificar el modelo de promoción profesional? El consejero ha dicho que sí, aunque ha puesto el límite de los gerentes que seguirán siendo cargos de confianza y ya se sabe cómo comienza la politización de las instituciones. En la campaña del PP y de Ciudadanos no he oído ni una palabra de investigación científica. El SAS es una de las mayores OPIs de Andalucía. ¿Hay alguna previsión sobre el modelo de gestión de la ciencia en el sistema sanitario público? No conozco al nuevo consejero y he decidido esperar a conocerlo por sus hechos no por sus declaraciones y sus dichos, pero sí conozco al nuevo gerente del SAS, y a los recién nombrados delegado de Salud en Málaga y gerente del viejo Hospital Carlos Haya. Tienen experiencia en el mundo sanitario. Los tres se han distinguido en los últimos tiempos como líderes profesionales en sus denuncias del anterior modelo, una experiencia que les será de gran utilidad. No son cargos fáciles pues es casi imposible una gestión despolitizada de la 'joya de la corona' de cualquier gobierno.

Como muy bien conoce el nuevo gerente del SAS, la economía de la salud no es como cualquier otra. El de la salud es un mercado cautivo y los agentes, al contrario que en otros espacios económicos, tienen capacidad para controlar la oferta y la demanda. Además la demanda es insaciable pues la salud es un desiderátum inalcanzable como la felicidad.

Por razones no técnicas se ha añadido a la nueva consejería la política familiar. No parece buena idea 'medicalizar' a la familia, como no lo ha sido medicalizar la salud. Cualquier modelo debería tener entre sus prioridades gestoras desmedicalizar la salud para disminuir la demanda, pues es en la demanda donde anida el ojo del huracán. Desde aquí, sinceramente, les deseo el mayor de los éxitos. Recuperar el viejo prestigio de la sanidad pública española y de la andaluza es una condición necesaria para cualquier otro empeño. Y esto es un objetivo en el que deberíamos de encontrarnos todos. Sin embargo algunas declaraciones recientes de altos cargos no contribuyen a ello.

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