Los nuevos habitantes de Hamelín
LA TRIBUNA ·
CÉSAR RAMÍREZ / MÉDICO
Domingo, 19 de diciembre 2021, 10:19
La España de hoy es un christmas con el freno de mano echado. Una tierra de gente que quiere vivir en la calle a la ... que se invita en voz baja a que se quede en su casa. Una noticia alentadora por un lado, una bofetada de espanto por el otro. Una bipolaridad que se agota en la pantalla del 'smartphone' con un sinfín de 'pop-ups' entrantes de medios de comunicación y redes sociales que te dan una de cal y al rato otra de arena. Las segundas navidades del coronavirus se van a escribir al dictado de unos Reyes Magos que, sin saber aún si harán su cabalgata, sí es seguro que traerán muchos viales, jeringas y agujas para l@s niñit@s que esperan unos regalos entre los que ningun@ escribió la palabra vacuna. No es la época de anunciarles un pinchazo a l@s que sólo esperan aguinaldos y juguetes, pero ell@s en su inocencia nunca dirán que no. Me dice mi amigo Miguel que su hijo le ha dicho que quiere vacunarse lo antes posible. L@s niñ@s siempre dicen la verdad, pienso yo en ese momento, pero como soy padre y el cariño y el amor pueden querer llegar a pesar incluso más que la razón de un obseso de la medicina basada en la evidencia, me arrastro a la bipolaridad y me pongo a pensar. Y lo hago en voz alta en estas líneas.
Lo primero que hago siempre cuando quiero razonar es ir a las líneas básicas y sentar los puntos de partida ¿Qué me está marcando el conocimiento científico a fecha de hoy? Pues bien, la letra mayúscula me dice que l@s niñ@s pueden contagiarse de Covid a cualquier edad, sí, y cuando lo hacen y tienen síntomas, estos no difieren para nada de los que tienen l@s adult@s; de igual modo, pueden transmitir la enfermedad una vez contagiad@s a cualquiera de las personas de las que se rodean en su día a día. Dicho esto, también es cierto que los niñ@s cuando se infectan es muy frecuente que lo hagan de forma asintomática, que cuando enferman lo hacen de forma mucho menos grave que l@s adult@s (salvo que sean niñ@s vulnerables por enfermedades asociadas) y que su capacidad de transmitir la enfermedad, aunque real, también es menor que la que tenemos nosotros. En este punto creo que queda claro que hablamos de un segmento, el de l@s niñ@s de 5-12 años, que suponen el 8,1% del total de nuestra pirámide de población a fecha de hoy y que se comportan ante el Covid de una forma diferente a los adultos. Y esa diferencia es para mejor, por lo que no han sido considerad@s población diana ni entrado en ningún grupo de prioridad de vacunación.
Mi segundo ojo se dirige a escrutar lo que conocemos de la vacuna en niñ@s, y ahí tenemos que ir a lo que nos dicen los ensayos clínicos, y estos indican que es buena, bonita y barata. Que gusta, vaya. Y es porque la vacuna de Pfizer/Bio-N-Tech ha demostrado que con una dosis (que es la tercera parte de la de los adultos) es tremendamente eficaz (92%) y además es segura, ya que en países de referencia como Estados Unidos se han vacunado ya más de cinco millones de niñ@s y no se han comunicado casos de efectos adversos graves ni problemas cardíacos relacionados. Por tanto, podemos tener la confianza absoluta de que al vacunar a nuestr@s hij@s no los vamos a exponer a ningún riesgo a corto ni a largo plazo, ya que la tecnología del ARN mensajero se conoce que no modifica en ningún punto nuestro código genético y además se autodestruye en menos de dos semanas, que no son los cinco segundos en los que al agente Hunt en 'Misión imposible' le explotaban sus recados en la mano, pero sí suficiente para saber que no generan ningún daño. Bien, vamos avanzando. Ya sabemos que las vacunas son seguras en niñ@s y que además ell@s forman una población a la que la infección Covid afecta poco, aunque pueden transmitir el virus.
Llegado a este punto, es lógico que yo me pregunte por qué entonces he de vacunar a mi hij@ si una vez que tiene el virus este no le va a afectar en casi nada más allá de una leve gripe, y si, además, una vez que el 88% de la población española que tiene más de doce años estuviese vacunada ya tendríamos la inmunidad de rebaño conseguida, pues ésta se ha cifrado por los expertos en torno al 90%. Una explicación podría ser vacunarlos para proteger a la población de más edad, la más vulnerable, pero no la compro, pues para este subgrupo ya tenemos la tercera dosis de la vacuna y además no están siendo la población objeto de las últimas olas de la pandemia. Y resulta que el problema está en que yo estoy equivocado, oiga, que no tenemos inmunidad de rebaño porque no estamos en el porcentaje de población vacunada que yo creía cercana al 90%, sino que no llegamos siquiera al 80% porque hay tres millones y medio largo de españoles que han decidido que esto de las vacunas no va con ell@s. Y entonces yo concluyo, porque el 'escape room' no me lleva a otro lado, que yo voy a vacunar a mis hij@s para obtener un beneficio social que permita proteger de la infección a los negacionistas y antivacunas, y así llegar a una inmunidad de rebaño en la que las ovejas negras queden fuera pavoneándose de su anticiencia y de su falta de solidaridad. En el fondo, se crea un sistema perverso en el que vacunamos a los niñ@s no para beneficiarlos a ell@s, sino a los adult@s, es decir, los pájaros disparando a las escopetas, que diría el gran 'supergarcía'. Igual que ha llegado el pasaporte Covid, a ver si la justicia española es capaz de una vez de dar prioridad al beneficio social en el orden necesario (es decir, que los adult@s protejan a los niñ@s) y obligar a la población adulta que se niega a vacunarse a que deje de comportarse como la del cuento de Hamelín, sin flautista de por medio pero también sin reparo en poner su egoísmo e interés personal por encima del de los niñ@s. Porque yo, que podría aún seguir deshojando la margarita de las dudas, ya decidí hace bastante tiempo que mis hij@s sí se vacunarán. Mañana mismo, si Dios quiere. Dando ejemplo de solidaridad.
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