4 de noviembre: ¿por qué el marketing merece su día?
El buen marketing no es hacer que la gente compre lo que no necesita; es ayudar a empresas y a administraciones a crear soluciones útiles, deseables y viables
Álvaro Castro
PRESIDENTE DEL CLUB DE MARKETING MÁLAGA
Martes, 4 de noviembre 2025, 01:00
Cada 4 de noviembre celebramos el Día Internacional del Marketing. No es una efeméride vacía ni un mero gesto corporativo: es una invitación a mirar ... con lupa una disciplina que, bien entendida, impulsa la competitividad de las empresas, el dinamismo de los territorios y la calidad de vida de las personas.
Su celebración no es una casualidad; es una propuesta nacida en Málaga, en nuestra ciudad, desde el Club de Marketing Málaga en 2019 con la voluntad de dignificar el oficio y reconocer su aportación real a la sociedad. La elección del día tampoco es casual: el '4' recuerda a las célebres 4P del marketing mix —Producto, Precio, Punto de venta y Promoción— y el mes de noviembre coincide con el nacimiento del Club en 2007.
Pero ¿por qué celebrarlo? Empecemos por el principio (como diría aquel): el marketing no es sinónimo de publicidad. La publicidad es solo la parte visible del iceberg. Debajo están la investigación de mercados, la comprensión profunda de necesidades, el diseño de propuestas de valor, la experiencia de cliente, la distribución, la fijación de precios y, cada vez más, la gestión responsable de los datos y la tecnología. El buen marketing no es hacer que la gente compre lo que no necesita; es ayudar a empresas y a administraciones a crear soluciones útiles, deseables y viables. Es, digamos, ciencia y arte a la vez: análisis riguroso con sensibilidad por las personas.
Ahora bien, si este es el 'día del marketing', también debería ser un día de reivindicación, máxime en un momento en el que atraviesa una prueba de madurez. La irrupción de la inteligencia artificial, la crisis de atención, la saturación de mensajes y la demanda social de autenticidad nos ponen ante el espejo a todo el sector y a todos los profesionales. Y es que no basta con 'comunicar mejor': necesitamos propuestas mejores. No vale con 'contar un propósito': hay que vivirlo. Y, sobre todo, debemos medir el impacto más allá del clic: ¿mejora la vida de la gente?, ¿dinamiza el comercio local?, ¿atrae y retiene talento?, ¿reduce desigualdades?...
Desde Málaga lo vemos a diario. Nuestro tejido está lleno de pymes, comercios de barrio, productores, proyectos culturales y tecnológicos que compiten sin el músculo de las grandes marcas. Para ellos, el marketing no es una campaña puntual: es la disciplina que ordena prioridades, enfoca recursos escasos y convierte la cercanía en ventaja. En una provincia con retos de estacionalidad, dispersión territorial y presión competitiva global, el marketing puede y debe ser la palanca del equilibrio: conectar oferta y demanda, revitalizar calles, barrios e iniciativas, impulsar turismo de mayor valor añadido y, por qué no, combatir la despoblación apoyando el orgullo y la visibilidad de nuestros municipios.
También debemos actualizar los marcos. Las 4P nos enseñaron a construir propuestas, pero hoy conviene dialogar con las 4C (Cliente, Costo, Conveniencia, Comunicación) y con otras 'C' que ya no son opcionales: Confianza, Cuidado (del cliente y del entorno), Coherencia (entre lo que prometo y lo que entrego) y Comunidad. Porque el marketing del siglo XXI no se limita a interrumpir: construye relaciones. Y una relación solo se sostiene con valor real, constancia y respeto por los datos de las personas.
En este punto aparece la dimensión ética. La tecnología nos permite segmentar con precisión, automatizar y personalizar a gran escala. Y esto es fantástico si sirve para relevancia y no para manipulación. En el Club de Marketing Málaga defendemos un enfoque que una resultados con responsabilidad: medir el retorno, sí, pero también preguntarnos por el impacto social y ambiental de lo que proyectamos. El marketing es una fuerza; toca decidir si es una fuerza a favor de hábitos saludables, cultura local, innovación útil y empleo digno, o si se quedará en cosmética de corto plazo.
Como presidente del Club, me ilusiona comprobar cómo la profesión se profesionaliza en universidades, escuelas de negocio y aulas técnicas. Málaga se está consolidando como polo de talento y emprendimiento y necesitamos un marketing a la altura: capaz de traducir tecnología en soluciones para turismo, salud, cultura, industria creativa, deporte o administración pública. Un marketing que entienda a la ciudadanía, hable su idioma y respete su tiempo. ¿Y qué podemos hacer hoy 4 de noviembre? Tres cosas muy concretas: elevar el estándar, cuidar el oficio y servir a la comunidad. Celebremos, sí, pero trabajando para que, dentro de un año, podamos decir que el marketing malagueño —y el que se hace desde Málaga para el mundo— es más eficaz, más humano y más valioso.
¡Feliz Día Internacional del Marketing!
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