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La notaria

EN DIAGONAL ·

ROSA BELMONTE

Sábado, 4 de abril 2020, 10:12

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Dice David Sedaris que no paran de pedirle textos divertidos sobre el coronavirus. Del 'New Yorker', por ejemplo. Sedaris hace risible cualquier situación en sus relatos autobiográficos. Aunque sea el suicidio de su hermana. No sé qué habrá de divertido en su vida actual. Le regalo una historia. Vas a la notaría por un asunto urgente de una herencia. La notaria, una señora de mediana edad, aparece con un mono blanco como de astronauta, con gorrito y todo, unas gafas que le cubren casi toda la cara, mascarilla y guantes. Pero con sus tacones. Te sienta a tres metros y te lanza los papeles como el que lanza un vaso en la barra del saloon. Por supuesto, te han proporcionado (si no los llevabas) guantes, mascarilla y un bolígrafo para tu propio uso. Tras los trámites, hay un momento en que te dice: «Quítese la mascarilla». Momento en que comprueba que tu cara es la misma que la del carnet de identidad. Es tiempo de llorar. Es tiempo de reír.

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