Nueve días antes de que el BOE anunciara el fin de mascarillas en discotecas y en centros educativos, dos niños se fugaron de su guardería ... en una moto de juguete. Ocurrió el Lunes Santo en Almería; ambas cosas deben de sonar lejanas, y por eso hemos tardado una semana en enterarnos. Todos los medios se han hecho eco de la aventura de estos dos niños, también de dos años, el más listo iría delante, y el otro detrás. Alguno fue interceptado tratando de cruzar la calle para unirse a la fiesta de los conductores, como él. Hay que imaginarse a los dos niños saliendo de la guardería con toda la emoción que implica toda huida. La noticia tiene unas referencias cinematográficas muy evidentes, pero la evidencia también circula sobre la posibilidad del drama.
Publicidad
Pero los niños no fueron muy lejos. Recorrieron unos 300 metros. Aquí hay que hacer un inciso en esta historia: a esa distancia, en cualquier centro educativo andaluz, ya podrían haber llegado a una casa de apuestas, o a varias, donde sería menester que no les hubiesen dejado entrar. La distancia máxima entre este tipo de locales y los colegios está estipulada por la Junta de Andalucía en 150 metros. El Ayuntamiento de Málaga, en un atrevimiento jurídico, ha insistido en su intento de ejecutar una moción aprobada en la Junta Local, que modificaba el PGOU para ampliar esa distancia a los 500 metros. Los niños no habrían llegado a una casa de apuestas. El pulso al final lo ha ganado la Junta, algo que a priori ya parecía obvio, pero el consistorio malagueño ha quedado muy bien empeñándose. Málaga es la provincia con más casas de apuestas de Andalucía, y solo en la capital hay 80. La mayoría están en los barrios pobres. Por más distancia a la que estén, las casas de apuestas siguen expandiéndose con la frescura de un yogur helado y con la obscenidad de las tiendas de carcasas.
Hay niños que convierten su guardería en una casa de apuestas, y al final se van huyendo bajo la batuta de una subcontrata. Los que prestaban el servicio en aquel momento no eran los trabajadores habituales, sino una concesionaria que realiza esas labores en periodo no lectivo, ah, y los viernes por la tarde. Es decir, que se conjugan factores como el atrevimiento de los niños, el despiste de la supervisión, la falta de personal o la falta de ganas del personal. Y las motos de juguete, elementos fundamentales para comprender toda la historia, y a los niños. Porque cualquiera que tenga experiencia con ellos sabe que se escapan como los gatos, que les quitas la vista treinta segundos y se te van. Y, además, quién no se ha ido huyendo de algún sitio alguna vez.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión