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Nicias en el Supremo

Han probado los jueces su independencia, tomando una decisión que no concuerda con lo que pedía la fiscalía

LORENZO SILVA

Martes, 15 de octubre 2019, 07:32

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Para enjuiciar como es debido la sentencia dictada por el Tribunal Supremo en el juicio a los impulsores del 'procés' y de las algaradas del otoño de 2017 convendría leer por entero su contenido, ejercicio que a la hora de escribir estas líneas no ha completado aún este columnista y cabe dudar que lo haya hecho alguien con ánimo de entenderla, analizarla y valorarla en todos sus extremos. Ha sido ingente la prueba practicada, eran muchas las partes personadas y no pocos los imputados cuya responsabilidad penal individual se trataba de establecer. En todo caso, la perentoriedad informativa en que vivimos manda tener una opinión desde el primer día, a ser posible contundente. Pero no es la contundencia, aunque tan querida sea para algunos, lo que suscita una primera lectura de la resolución judicial.

No es quizá esta sentencia, ponderada y cuidadosa a juzgar por sus condenas y por los razonamientos que contiene, lo que esperaban para poder seguir echando leña a sus fuegos todos los incendiarios que entre nosotros habitan. No ha habido con los muy irresponsables miembros del gobierno de la Generalitat y sus auxiliares no gubernamentales un encarnizamiento punitivo que sirviera, por un lado, para determinar la muerte civil que tantos les deseaban; ni para darle pábulo, por otro, a la tesis que desde la facción independentista afirmaba que España es una suerte de Estado antidemocrático y fallido en el que los jueces no son independientes y sólo obraban al dictado de Rajoy.

Han probado los jueces su independencia, tomando una decisión que no concuerda con lo que pedía la Fiscalía o sostenía el Gobierno bajo el que se inició el procedimiento. El fallo deja notoriamente insatisfechos a los que se mostraron desde el principio empeñados en adjudicarle a lo ocurrido el 1-O y semanas posteriores los más gruesos y extremos calificativos, haciendo de lo que fue, sí, una grave alteración de la convivencia -y las altas penas impuestas lo corroboran- la más grave alteración posible. Han sido sensatos los jueces no acompañándolos en ese viaje, que desacreditaría nuestras leyes como desproporcionadas a los ojos de buena parte del mundo, y también de no pocos millones de nuestros compatriotas, que lo siguen siendo nos guste o no lo que piensan y quieren para su futuro.

Hay quien desdeña a los moderados, incluso quien duda de su valor. Sin embargo, la historia de la humanidad está repleta de individuos airados cuyas posturas destempladas precipitaron a la ruina a las ciudades y naciones a las que decían defender. Más habría valido a los atenienses escuchar al prudente Nicias en lugar de dejarse arrastrar por Alcibíades, que los condujo a la invasión de Sicilia y a la perdición, como nos cuenta Tucídides. Podemos felicitarnos por tener a estos Nicias en el Supremo.

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