La Navidad cambiante
LOS que éramos niños hace unas cuantas décadas percibíamos las imágenes de Navidad, los sonidos y hasta los olores cuando el mes de diciembre se ... encontraba ya bastante avanzado. El soniquete de los niños de San Ildefonso cantando los números y los premios del sorteo de la lotería se escuchaba en las calles de los pueblos como una canción que marcaba una frontera, porque además coincidía con las vacaciones en los colegios. Las fiestas navideñas se concentraban en poco más de dos semanas y sin demasiado alboroto. Las compras se enfocaban en las comidas de Nochebuena y los regalos de Reyes.
Es evidente que los tiempos han cambiado, que el mundo se ha hecho global y que las tradiciones evolucionan, cambian, crecen o desaparecen en función de variados intereses. Muchos ayuntamientos compiten por ver quien instala el alumbrado más espectacular. Otros confeccionan un programa de actividades de un mes de duración en las que abundan las fiestas que mezclan pastorales, coros rocieros o grupos de última tendencia musical bajo el navideño nombre de «zambombas».
También somos muy dados a importar todo aquello que viene de fuera después de haber sido ampliamente promocionado, sobre todo por el cine, en donde se dan por normales muchas celebraciones que aquí no tenían ninguna tradición, pero que a fuerza de verlas llegan a verse como habituales también en nuestro entorno y las hacemos propia. Y, naturalmente, las estrategias comerciales de las grandes compañías que han ido imponiendo fechas y campañas para aumentar las ventas en todo lo posible.
Es lo que ocurre ahora a finales de noviembre con el viernes negro o black friday, jornada de grandes descuentos inventada en Estados Unidos que en nuestro país se ha implantado con gran fuerza, aunque con una particularidad, que aquí hemos convertido este día en una semana a la que el personal acude en masa buscando buenos precios, aunque a veces se encuentre que no existen descuentos para los artículos que buscan, sino para los que la empresa ofrece. Pero el gancho es efectivo y las ventas en las grandes superficies y por internet han crecido. Además, el siguiente lunes es el cyber monday, que es lo mismo pero para rematar la operación. Todo ello lo hacen los americanos en torno al día de Acción de Gracias, que aquí hemos pasado por alto, aunque nada sería de extrañar en un futuro, sobre todo si alrededor se mueve algún negocio.
Los acontecimientos van tan rápidos en este mundo que ya ha surgido el anti black friday, y han sido también los estadounidenses los que lo han inventado, proponiendo ese día como una jornada sin compras para dar satisfacción a los que no quieren verse enredados en maniobras consumistas. En algunos países europeos ya se practica, aunque de momento no le gana a su rival. De todas formas, como se ve, todo lo que se crea tiene su contrario, para que no falte de nada.
La Costa del Sol, con su variedad de habitantes de diversas nacionalidades, registra estos días sus peculiaridades en las celebraciones de distintas comunidades, pero ninguna de ellas queda fuera de la vorágine comercial. También aquí hay aspectos contrarios: uno de ellos es el lamento de los pequeños comerciantes que no tienen los mismos medios y márgenes comerciales que las grandes empresas y que miran con resignación las operaciones sobredimensionadas. Y bastante negativo es que, pese a lo que parece un mundo de abundancia en el que se gasta sin control, ese dinero que se mueve no ha servido para crear empleo porque las cifras del paro han subido en una mayor proporción que en años anteriores por las mismas fechas. Por tanto, mirando alrededor, puede verse que no todo el mundo vive estos días de la misma forma, aunque lo que destaque sean las luces.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión