Mullet de año nuevo

Lo pensé por varias razones. Hablo de gente que ves después de mucho tiempo y sigue vistiendo igual, poniéndose las mismas prendas, el mismo corte de pelo, la misma forma de hacer las cosas. Qué pavor. La cero evolución.

Aparte de encontrarme a varias personas así a las que no veía después de mucho tiempo y tener esta conclusión, también lo he notado reflejado en una serie de la que todo el mundo está hablando ahora. En diciembre me puedo permitir suscribirme a una de estas plataformas de pago para consumir todo el contenido audiovisual que no he podido durante el año. La serie en cuestión es Los años nuevos, y se la recomiendo a todas esas parejas que llevan más de diez años juntas.

El pensamiento más superficial es observar la evolución física de los cuerpos; eso solo me servía de excusa para enlazar el tema del pelo con la serie. Lo que realmente me interesa, la chicha, está en la conversación obligatoria de pareja una vez se han pasado todas las pantallas del videojuego, los diez capítulos.

Me decía mi amigo Roberto, que la terminó antes que yo, que había momentos que eran incómodos de ver junto a tu pareja. Ese comentario me empujaba a poner el siguiente capítulo con más ahínco, buscando mi propia incomodidad. A medida que iba avanzando, entendí de qué se trataba.

Cuando hablo de cero evolución, no me refiero solo a un corte de pelo. También me puedo referir a una forma de programar. Y a una forma de amar. Hay cosas que nunca cambian, pero hay otras muchas que sí, y además, es sano que lo hagan.

La pareja que, en mi caso, se formó en 2013 junto a Alessandra García ya no existe. Hoy es otra. A lo largo de los años hemos ido mutando, cambiando, transformándonos. Y espero que sigamos haciéndolo. Porque si no, qué aburrido. Qué pavor.

Postdata: Le he mandado la foto a unas cuantas amigas del corte recién hecho y una de ellas me ha dicho «un semimullet, estás guapísima». Así que bueno, aunque no ha sido un cambio radical, lo de hoy ha sido un semicambio.