La muerte de Georgie Dann es una ola de frío
VOLTAJE ·
Unas navidades abstemias son lo mismo que un verano sin Georgie DannGeorgie Dann ha fallecido durante una operación de cadera. El titular es el fruto inevitable del paso del tiempo, y debe de sonarles fatal a ... los que tenían edad de merecer en los ochenta o en los noventa, cuando Dann y esa cadera, tan lejos de ser operada, pusieron a bailar a media España, o a casi toda. El (en sentido estricto) cantautor parisino era además un trabajador incansable, de fabuloso pelo y mejor tinte, con una trayectoria ligada a la canción del verano por definición, al chiringuito o a la barbacoa, al negro que no puede o al que no se sabe lo que quiere, al Bimbó y, según el año, al tinto o a la cerveza. Era un tipo con carisma, que hasta donde yo sé jamás dio un escándalo, el ejemplo de que se puede caer bien pese a estar horrorosamente vestido, acompañándonos sin remedio en muchos momentos de nuestra vida, casi todos alegres; el tipo que siempre ha estado ahí cuando ha hecho calor ha tenido una vejez discreta. Ya quisieran muchas viejas glorias que le miraban por encima del hombro haber envejecido con esta elegancia, sin declaraciones escandalosas y sin circos, sin desgañitarse lo que le quedara de voz por cuatro perras en conciertos celebrados en las pistas de tenis de los clubes de lujo. Nos quedamos un poco huérfanos de salsa, y también de verano. Llega una ola de frío.
El periódico, que puede decirse que venga rebosando de buenas noticias, informa de que el peligro es real, que no es que estemos más paranoicos que de costumbre, que puede ser que haya desabastecimiento de bebidas alcohólicas en Navidad. Que no es que no haya alcohol ni que sea por falta de ganas, es la ausencia de cristales, de tapones, de cajas, y de toda la parafernalia que contienen alcohol y ganas. Ya decíamos que el 'Brexit' iba a terminar dejándonos una revuelta hacia la Larios y al DYC; pues eso se junta con la sed que emana de toda crisis. En los felices años 20 no se bebía agua. Algunos malagueños trabajadores del ilustre gremio de la distribución de bebidas avisan de que estas no van a ser unas fiestas normales: «Faltan bebidas, se presentan unas navidades chungas», dice uno de ellos. ¡Y que lo digas! Por bien que se lleve uno con sus allegados, el trance puede llegar a ser mortal. Y lo que hay seguro que sale más caro, porque está subiendo de precio hasta el plastiquito que envuelve el chorizo. Es un día triste y peligroso. Quizá no sea para tanto. Si se pudiera elegir, yo le salvaría la vida a Georgie Dann a cambio de una Navidad desabastecida, porque unas navidades abstemias son lo mismo que un verano sin Georgie Dann.
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