De monstruos y hombres

Podría parecer que quienes así hablan, y son multitud, están recién salidos de uno de aquellos viejos cines de verano a los que alude Benítez Reyes en algunas de sus obras literarias. Proyecciones atiborradas de deformaciones. Hombres lobo, vampiros, momias y monstruos de todo pelaje. Un mundo lleno de anormalidades que parece inspirar a la clase política a la hora de analizar -es un decir- la situación actual.

Quizá tendrían que abandonar la literatura fantástica y descender al terreno de lo humano. Lo humano incluye la evolución y el cambio de postura. Una cuestión clave -y no es la única- en el radical cambio de postura de Pedro Sánchez con respecto al fugado Puigdemont estriba en el motivo del cambio de criterio. La conveniencia. La conveniencia y no la convicción. Si ayer mismo se estaba convencido de que Puigdemont era un delincuente al que había que traer detenido a España hoy no puede ser un interlocutor indispensable al que se le borran los delitos por una coyuntura electoral. Eso no es evolución, es provecho propio. Los llamados Dinosaurios también cambiaron de criterio en asuntos importantes. OTAN de entrada no, por ejemplo. El cambio de postura comportaba no un beneficio para el PSOE sino para el país entero. Ingreso en la UE. Así se entendió y así se le consultó al país en un referéndum. Puede que al cabo la hipotética amnistía contribuya a rebajar el conflicto catalán como lo hicieron los indultos anteriores. El famoso ibuprofeno. A saber. Pero en cualquier caso, la amnistía requeriría ser administrada con receta firmada por constitucionalistas sin carnet político ni conexión directa con la galería de monstruos de serie B que día tras día proyectan los telediarios.