Borrar

No es el momento

Editorial ·

Una eventual reforma del artículo 99 de la Constitución requeriría una disposición de consenso, y no sería bueno que se convirtiera en bandera electoral

Jueves, 19 de septiembre 2019, 08:20

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Pedro Sánchez y sus más próximos han apuntado la necesidad de reformar el artículo 99 de la Constitución, que regula la investidura del presidente del Gobierno, para evitar otro colapso institucional como el que ha forzado la repetición de las elecciones generales. Con ello se eximen -y eximen a los otros partidos- de asumir culpas por una acción deliberada o por incapacidad en el diálogo político. El artículo 99 no es inmutable. Pero apelar a su modificación cuando los grupos parlamentarios están imputando a quienes podían haber sido sus aliados la responsabilidad del fiasco contamina de oportunismo y precipitación algo que requeriría una reflexión más serena. Porque lo que el presidente en funciones y Carmen Calvo han propuesto o sugerido en distintos momentos de un proceso que ellos sabían abocado al 10-N no solo es una cortina de humo sobre lo ocurrido, sino que improvisa una revisión del sistema por el que optaron los constituyentes. Todo para pasar de un modelo basado en la proporcionalidad corregida a una solución presidencialista y mayoritaria. Resulta inadmisible el argumento de que la dilación del desenlace final se deba al artículo 99, pasando por alto la indolencia partidaria; en primer lugar, la mostrada por el aspirante Sánchez. La idea de trasladar la fórmula empleada en la elección de alcaldes a la presidencia del país y, por ende, de las comunidades autónomas olvida la diferencia ontológica que existe entre las competencias constitucionales de un Gobierno con iniciativa legislativa, presupuestaria y representatividad internacional -también en materia de defensa- y las de una corporación local. Tampoco es casual que sean excepción las alcaldías logradas por encabezar la lista más votada sin acordar con otros grupos la gobernación de la localidad. Claro que el artículo 99 puede reformarse en la dirección esbozada por el PSOE. Pero el cambio sería de tal calibre que por eso mismo requiere el máximo consenso en las Cortes que lo promuevan y el voto favorable de la ciudadanía en referéndum. Es lógico que las dos formaciones del bipartidismo -PSOE y PP- coincidan hoy en su idoneidad. Pero al dejar de lado la fórmula racionalizadora vigente, el país daría también la espalda a su pluralidad, restando valor al voto dirigido a formaciones ajenas o subordinadas a una alternancia entre dos, y limitando las respuestas que demanda la complejidad. No sería bueno que la reforma del artículo 99 se convirtiera en bandera electoral ante el 10-N.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios