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Los cultivos de subtropicales, principales afectados por el próximo decreto de sequía. SUR
La mesa del agua y de unas buenas sillas para esperar
Repaso semanal

La mesa del agua y de unas buenas sillas para esperar

Desde 1986 no se ha hecho casi nada para lograr más agua, pese a que la población ha crecido casi un 60% y los subtropicales son un puntal económico

Javier Recio

Málaga

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Domingo, 19 de noviembre 2017, 09:25

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Málaga rondaba en el año 1986 el millón de habitantes, sin contar la población flotante, que tenía la mala costumbre de beber y asearse. El cultivo de subtropicales en esa fecha empezaba a ser algo incipiente, una idea de unos cuantos agricultores que por aquel entonces más de uno pensó que se trataban de unos locos que querían romper con la tradición pasera de la Axarquía. Hoy, tres décadas después, la provincia tiene una población que supera el millón seiscientas mil personas, con la misma o mayor población flotante, que siguen teniendo las mismas costumbres, y el sector de los subtropicales de la Axarquía mueve alrededor de 700 millones al año. Han leído bien. No es ninguna tontería. Pues bien, desde 1986, fecha en la que se inauguró el último gran pantano de la provincia, el de La Viñuela, hasta nuestros días se ha hecho poco, por no decir casi nada, por aumentar la capacidad hidráulica de la provincia. Y eso que la población ha crecido alrededor de un 60% y se ha creado una gran industria agroalimentaria en la que los productos subtropicales, que necesitan mucha agua, es fundamental para la economía malagueña.

Todos los pantanos malagueños se hicieron en el siglo XX, el primero de ellos, el Conde del Guadalhorce, que entró en funcionamiento en 1921. Después hubo una década dorada en los setenta, con la inauguración del llamado sistemas del Guadalhorce y el gran pantano de La Concepción de Marbella. La guinda llegó con la citada puesta en marcha de La Viñuela. Y a partir de ahí, no se sabe muy bien por qué, se frenó todo. Ahora varios decretos de sequía después nos encontramos con uno de los grandes problemas que padece no sólo la provincia, sino España: el reparto del agua. Está más que demostrado que no se puede confiar todo a la madre naturaleza, porque hay veces que no nos hace mucho caso, por muchas prerrogativas que se lancen o muchas procesiones de santos o vírgenes que se celebren. Ya deberíamos saber que esto no funciona así. Hay que ser previsores y gastarse los cuartos en estas obras. Sin embargo, en este tipo de asuntos, siendo importante el dinero, lo es más vencer las reticencias del que cede el agua. Y el problema es que hay gente que se cree que el agua es suya. La división de competencias en esta materia puede ser una de las causas por las que no se avance más a la hora de llevar a cabo trasvases entre cuencas, por poner un ejemplo. Si una administración es de diferente color que la otra con la que debe ponerse de acuerdo las posibilidades de que solucione el problema son mínimas. A la hora de encontrar la solución, cada una suele considerar que la mejor es la que suponga hacer un gasto para la otra, que será también la que tendría que aguantar los calentamientos de cabeza de los que pierden su particular manantial. Eso está pasando en el caso de Málaga.

La Junta cree que la solución pasa por el trasvase del pantano de Iznájar, que tiene que aprobarlo y sufragarlo básicamente el Gobierno Central. Es verdad que traería bastantes hectómetros cúbicos de agua para la provincia. Desde la Diputación se apuesta por una gran tubería que actuara como una especie de trasvase bidireccional, de tal manera que podría llevarse agua del pantano de La Concepción al de La Viñuela y viceversa. Para eso haría falta previamente el recrecimiento del embalse marbellí, que podría duplicar su capacidad. Tampoco suena mal el proyecto. Sea cual sea, y aquí es determinante el papel de los técnicos, lo importante es llevarlo a cabo y no olvidarse de este problema en el momento que caen unas más que benditas cuatro gotas.

El problema del agua refleja los diferentes ritmos que llevan la vida oficial y la vida real. Por un lado está la conducta de las administraciones, que apenas han avanzado nada y, por otro, está la iniciativa privada, que ha conseguido un avance importante tanto a nivel poblacional como económico de la mano de los subtropicales. Ahora que han llegado las vacas flacas, es tiempo de anuncios. Uno de ellos que nunca falla es la puesta en marcha de una mesa del agua. Ante eso, lo lógico que es conseguir unas buenas sillas. Para esperar sentados... a que caigan unas buenas tormentas que arreglen el problema.

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