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Mártires del 155

JOSÉ ANTONIO TRUJILLO

Sábado, 21 de octubre 2017, 09:21

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Los políticos españoles son el seis de las siete y media. Sus rostros son miedo por descubrir, desayuno con fruta y sin huevos. Muestran pavor ante el cinco sumado al cien y al cincuenta. Se atreven a escribir su particular Constitución con 154 artículos, en su tembloroso juego de no arriesgarse a llegar. Para ellos nunca puede ser una opción el pasarse. Los ciudadanos somos los naipes caídos de la partida que quieren cerrar en tablas.

La aplicación en diminutivo del artículo 155 por parte del Gobierno en este sábado de otoño de castañas y sol representa la película en blanco y negro de una democracia española que no quiere ser filmada a cámara lenta. El pacto suscrito por los partidos constitucionalistas para ni ordenar ni mandar deja huérfanos a los millones de españoles que creímos que nuestro modelo de convivencia iba a ser defendido con todas las armas del Estado de Derecho. La realidad es que han decidido que sea otra generación más la que herede el problema de la fractura social originada por las fuerzas secesionistas catalanas. Fiando toda su estrategia a que se devoren entre los diferentes grupos independentistas, esperan que la ruina económica sea más resolutiva que sus decretos, y confían en que finalmente Puigdemont convoque elecciones antes de que ellos se vean obligados a hacerlo. Suena a pacto por debajo de la mesa. Fijar un nuevo ultimátum al desafío soberanista en enero del año que será par y acabado en ocho es una broma que por ser seria nos irrita y nos descorazona. Pensar en que unas elecciones autonómicas en una democracia fallida como la catalana supondrán la solución al actual conflicto político no es otra cosa que un brindis al sol.

El político en España no puede soportar demasiada realidad. Nuestro país ha sido engullido por un problema territorial gravísimo, y la respuesta que ofrecen a la ciudadanía es dejar que nos digieran a placer, sin prisa ni urgencias digestivas. La sociedad está escandalizada, la economía amenaza, el Parlamento paralizado, pero no nos queda otra que consumirnos en la espera. La aplicación del artículo 155 dicen los aterrados políticos que sólo generaría víctimas inocentes que nada tienen que ver con los beligerantes secesionistas. La verdad es otra y con los prismáticos del pesimismo crítico sólo divisamos a los mártires del 155.

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