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Navarra no es hija de cinco abstenciones. De la duda que ofende, del relato falsificado de que existe una sociedad en deuda con EH Bildu. Es una tierra que no merece ser una nota al pie de página del peligroso nuevo encaje territorial del «sanchismo».

Ayer la socialista María Chivite fue proclamada la nueva presidenta de Navarra gracias al apoyo explícito de Geroa Bai y el diferido de EH Bildu. De esta forma el PSOE traspasa una nueva línea roja, al preferir el apoyo de los no constitucionalistas. Chivite tuvo la opción de permitir que gobernara la formación más votada en las pasadas elecciones, Navarra Suma, pero prefirió desde el primer momento perpetuar el gobierno que previamente presidió Uxue Barkos junto con toda la izquierda radical nacionalista. Con la decisión tomada, que ha contado con el respaldo de Pedro Sánchez y el silencio cómplice del resto de varones socialistas, permanecerá durante los próximos cuatro años sometida al control interno de los nacionalistas de Geroa Bai y a la supervisión permanente de EH Bildu . La coalición abertzale no sólo le recordó a la nueva presidenta de Navarra que ha sido investida gracias a sus cinco abstenciones, sino que a partir de ahora serán ellos quienes tengan las llaves «para abrir y cerrar las puertas» de una legislatura en la que Navarra se convierte en un laboratorio político que ensayará la ruptura de los puentes del pasado de las formaciones constitucionalistas, que supusieron un dique de contención frente a la deriva de la izquierda radical y nacionalista vasca. Desde el primer momento, Chivite ha querido desvincularse de los claros vínculos de su nueva mayoría de gobierno con la formación 'abertzale' de Arnaldo Otegui, ofendiendo a la inteligencia de los españoles. EH Bildu no se ha escondido y ha sido contundente al utilizar como una de las razones para facilitar la investidura de Chivite el «cerrar la puerta a la recomposión del régimen», un concepto reiterado en el lenguaje político de los partidos de izquierda en Navarra con el que se descalificaba tanto a UPN como al PSN en el pasado. Un criterio compartido por la presidenta en funciones, Uxue Barkos, que se felicitó por traspasar el liderazgo del Gobierno de Navarra a Chivite para consolidar una «mayoría política» alternativa a la configurada por los dos partidos constitucionalistas.

En 2006 el dirigente socialista Patxi López se reunió en San Sebastián con Arnaldo Otegui y la madre de Joseba Pagazaurtundúa, asesinado por ETA, formuló un augurio terrible: «Patxi, dirás y harás cosas que nos helarán la sangre». ¿Ocurrirá algo parecido con María Abstención Chivite?

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