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García Egea y Casado, con Moreno y los otros siete cabezas de lista del PP a las andaluzas. EP
MALESTAR INTENSO EN EL PP-A POR LA IMPOSICIÓN DE CANDIDATOS CASADISTAS

MALESTAR INTENSO EN EL PP-A POR LA IMPOSICIÓN DE CANDIDATOS CASADISTAS

Andalucía en el dieciocho ·

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Jueves, 1 de enero 1970

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Lo de a mal tiempo buena cara se hizo patente ayer en la presentación de candidaturas para las elecciones andaluzas del PSOE y PP en un día lluvioso con relámpagos incluidos. El partido gobernante hizo una exhibición de unidad y ambiente festivo en Sevilla ante unas elecciones cruciales con pronóstico demoscópico más que regular. Pedro Sánchez y Susana Díaz no solo enterraron el hacha de guerra en la proclamación de esta como candidata a la Presidencia de la Junta, sino que parecían estar haciendo un 'casting' de enamorados para una de las varias series que ahora se ruedan en Sevilla de tantos besos y abrazos como se dieron. No hay mejor bálsamo para las heridas de las guerras de un partido como estar en La Moncloa. Si a esto se une estar también en San Telmo, la cura es más fácil. Sánchez, más levitado que nunca, y Díaz, a punto de echarse a llorar de emoción en cualquier momento, hicieron lo que acostumbra a hacer el PSOE siempre ante un reto electoral adverso, una piña.

Lo mismo trataron de hacer los líderes nacionales y regionales del PP en Granada, en la presentación de los ocho cabezas de lista a las elecciones andaluzas del 2D. Solo que aquí la sonrisa era más forzada y algunos no pudieron evitar que pareciera una mueca de disgusto más que de alegría pese a la bonita estampa de La Alhambra detrás. Quizás porque el bálsamo de La Moncloa no existe, pero sobre todo porque tampoco el de San Telmo, un poder que de tenerse hubiera evitado al líder regional del PP-A, Juanma Moreno, la humillación a la que le han sometido los casadistas andaluces con el beneplácito del líder Pablo Casado. No solo le han impuesto cabezas de lista como si fuera una venganza por el escaso apoyo andaluz al presidente nacional en las primarias de julio, puede que también impongan las listas enteras, además de la estrategia de campaña.

El malestar en el PP andaluz por la designación de los número uno sin contar con el presidente regional y los presidentes provinciales, todos elegidos por el mismo procedimiento de primarias que Casado, es muy grande, confirmaron ayer varias fuentes consultadas. Juanma Moreno, que fue reelegido presidente regional sin ninguna candidatura en contra, no se merece, a ojos de algunos dirigentes, cómo el vicesecretario de Organización, Teodoro García Egea, ha llevado el proceso de las candidaturas de unas elecciones andaluzas, dejando que la pugnas de los casadistas por ocupar espacio de salida en las listas hayan dejado fuera a colaboradores afines al presidente regional como su portavoz en el Parlamento, Carmen Crespo.

Los golpes de mano de Génova asestan un duro golpe al arenismo, pero debilitan al candidato, Juanma Moreno

La dirección regional había dado por seguro que Crespo sería cabeza de lista por Almería, incluso contando con el aval del presidente provincial, el todopoderoso Gabriel Amat, quien apoyó a Cospedal primero y luego a Casado en las primarias de julio. Crespo se alineó con Soraya Sáenz de Santamaría como toda la cúpula del PP andaluz. Santamaría ganó las primarias gracias al voto andaluz, aunque luego perdió en el congreso nacional en el duelo final con Casado.

La influencia de Juan José Matarí en el PP almeriense, según algunas fuentes, hizo que la dirección nacional sustituyera a Crespo por la senadora Maribel Sánchez, casi una desconocida. Esta decisión no se supo hasta poco antes del acto ayer en Granada para la presentación de los candidatos, lo cual refleja la confusión interna en el PP andaluz.

Lo ocurrido con Crespo saca a flote la intensa presión de los casadistas en territorios en los que Javier Arenas tenía en apariencia poder. Matarí, antiguo colaborador de Arenas, se destapó en las primarias como un enemigo íntimo. La designación de candidatos castiga más la influencia de Arenas que la de Moreno. Así se vio cuando se supo el pasado jueves que Juan Ignacio Zoido y no Virginia Pérez, presidenta provincial, encabezaría la lista de Sevilla. La victoria de Virginia Pérez en las primarias de Sevilla supuso en realidad la victoria de Arenas frente a Zoido, cuyo candidato, Juan Bueno, perdió.

El mismo jueves se supo que otro cospedalista como José Antonio Nieto, exsecretario de Estado de Seguridad y exalcalde de Córdoba, encabezaría la lista de esta provincia. Con ello contaba Moreno, quien tampoco puso pegas a Zoido. Si bien, el presidente regional no pudo evitar que al conocerse la designación de Zoido y Casado de fuentes de Génova y no por las suyas, se interpretara ambas como que Pablo Casado estaba señalando a posibles sustitutos de Moreno si este fracasaba en las elecciones andaluzas.

La pelea en Cádiz también deja fuera de juego a Antonio Sanz, exdelegado del Gobierno, senador y fiel a Arenas. El presidente provincial de Cádiz confiaba en que Ana Mestre, colaboradora cercana también a Juanma Moreno, fuera la número uno de la lista, pero la intensa presión de los casadistas y otras peleas internas forzó que Génova optara por el casadista de primera hora José Ortiz, alcalde de Vejer y secretario del grupo popular en el Senado (cargo en el que sustituyó a Arenas). Ortiz debería dejar la Alcaldía según la ley electoral andaluza. También ha sido una sorpresa la designación de Maribel Lozano en Jaén. Moreno, que lidera la lista por Málaga, solo ha podido conservar como afines en las cabeceras a las de Huelva, la secretaria general del PP-A, Loles López, y la de Granada, la diputada Marifrán Carazo.

Aunque los golpes de mano de Génova vayan dirigidos a acabar con el arenismo en Andalucía, la imagen perjudicada es la de Moreno, que es el candidato a la Presidencia de la Junta y ha trabajado disciplinado recorriendo Andalucía de punta a punta y conectando con descontentos en sanidad y educación, lo que más ha debilitado al PSOE.

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