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Luces cortas

La sensación a pie de calle es que vivimos en una Smart city que acaba de descubrir la luz eléctrica

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Martes, 18 de diciembre 2018, 00:43

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Da muchísimo reparo escuchar a políticos tanto de Málaga como de Vigo discutiendo delante de los medios respecto a quién tiene las mejores luces de Navidad de este año. Uno fantasearía con otro tipo de mediciones de los políticos como qué territorio tiene más librerías, menor tasa de paro, mayor deuda o, mejor aún, cuál de las dos ciudades tiene el alcalde más parlanchín de España. El debate sin embargo recae a una cuestión de luces y de longitud, básicamente por saber quién la tiene más larga. Cuando la concejala de Luces dijo en este periódico que ya quisiera la otra ciudad tener la iluminación navideña que tiene Málaga, alguno fantaseó por intercambiar una fábrica de las que tiene Vigo por alguna de nuestras bombillas. La sensación a pie de calle es que vivimos en una Smart city que acaba de descubrir la luz eléctrica.

Todo esto, que está todos los días en la calle, viene a cuento porque las conclusiones del estudio 'Core cities, presente y futuro del inmobiliario en las principales ciudades españolas' alertan de que a Málaga le pasa lo que a otras ciudades medianas venidas a más: que no tenemos sitio. El suelo está por las nubes. El mismo horror con el precio de la vivienda se traslada con la misma crudeza en el terreno profesional; si es caro un piso de 60 metros no hay más que echar la cuenta. Hay mucho interés por instalar industria y oficinas pero aquí no caben. Nosotros lo celebramos levantando hoteles, abriendo heladerías, dándole duro a Air Bnb.

El informe también señala que en Málaga hay un problema de movilidad disuasorio para la empresas. No es ninguna novedad: lo que ocurre en el PTA es una verdadera vergüenza no solo porque esto pase, sino porque lleva sucediendo cada día desde hace años. La burocracia, con la desagradable lentitud de los procesos administrativos, es otra tragedia para el desarrollo. Respecto al centro, la posibilidad de hacer negocios que no incluyan cañas, paellas congeladas o una carcasa para el móvil resulta inviable. También me extraña de que nos digan que semejante aglomeración diaria sea buena para el comercio, de lo que estamos convencidos es que este proyecto de ciudad resulta tremendamente incómodo para los que vivimos aquí. Y va por todos, no solo por los que viven en el centro, que vaya tela. La ciudad se expropia mientras corremos el peligro de dejar pasar la oportunidad de alojar empresas y repensar qué modelo productivo y de ciudad queremos para el futuro. Hay que decidir si preferimos fomentar los edificios con viviendas de alquiler vacaciones o con oficinas. El caos circulatorio que acusa el centro desde noviembre debería alertar a alguno de nuestros dirigentes pero ahí están, a ver quién se gasta más en las luces mientras que el resto, algunos, nos seguimos preguntando hasta dónde vamos a llegar. Cómo serán las próximas luces y la siguiente música que la acompañe. Qué tremendo resulta todo.

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