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La vida pone en contacto a compañeros de viaje cuyas miradas nunca se encontraron y que cruzan sus destinos en trenes que avanzan a distinta velocidad. Cuando el punto de encuentro coincide surge la chispa que enciende el motor de la pasión. Así ha ocurrido siempre, aunque los canales de comunicación hayan cambiado con el paso de los siglos. Hoy la tecnología -por wifi o 5G, por aplicaciones que ayudan al contacto o por redes sociales que se abren al mundo globalizando a la humanidad- nos facilita la conexión que permite acercarse a esa búsqueda que emprendemos casi desde la adolescencia. Por eso, cuando la edad desnuda esa carencia llamada soledad brotan preguntas cuyas respuestas se esconden entre dudas, como tinieblas en la noche en bosques frondosos de pétalos enmascarados.

Por ejemplo, tengo la sana preocupación de cuál de los sentimientos de los que somos capaces de manifestar aparecen cuando al despertar sientes que tu vida está vacía, sin contenido aparente. La frialdad de la otra parte de la sábana delata la sensación convertida en escalofrío porque no hay nadie que sea tu destino vital, porque no existe esa persona que da sentido a tu vida, no está a tu lado ese ser cuando la necesidad de cariño aprieta. Qué aflora dentro de ti cuando no sientes esa caricia matutina que te recuerda que un nuevo día alegrará tu existencia, acompañado de eso que se llama amor.

Bienaventurados los poetas capaces de escribirle a la soledad en compañía. Bienvenidos los cantautores que le ponen música a letras vacuas que luego cobran todo su significado. Benditos esos arquitectos capaces de dibujar edificios que no saben si serán ocupados, construidos desde la nada y que luego crecen inhóspitos e inhiestos esperando llenarse aunque sean de almas sin cuerpos. Dichosos los artistas capaces de expresar con un pincel todo un sentimiento, de pintar de color un vacío o representar una forma con brochazos al aire que simbolizan cuadros que admirar.

Hay quien lo llama soledad cuando de lo que se trata es de una decisión, aunque esa elección deje huecos emocionales que cuestan sobresaltos que afectan directamente al corazón. Hay quien llama a la soledad cuando le sobra compañía, es peor sentirte solo cuando estás rodeado de mucha gente. Al final, vadeas por la vida con la precaución constante de que la corriente del río no te arrastre. Llámalo entonces soledad cuando lo que realmente necesitas es compañía.

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