Licencia para tocar
VOLTAJE ·
El apagón musical de Málaga antes era endémico y ahora, además, es pandémicoEsta semana, Javier Ojeda ha iluminado la situación de la música en directo y la de sus compañeros de profesión en una tribuna publicada en ... este periódico que ha sido relevante, porque ha vuelto a llamar la atención sobre el apagón musical que se da en Málaga y que ya era endémico y ahora es pandémico; que afecta a la cultura y al ocio nocturno, y que está enraizado en una desazón municipal disuasoria para las nuevas aventuras y que desde luego no potencia el talento.
En Málaga, por norma general, los conciertos de mediano y pequeño formato suelen implicar una experiencia poligonera, porque es allí, en las afueras y en los descampados, donde a veces se permite la música. Hay una ordenanza municipal que considera ruido cualquier sonido que no se emita desde las peñas o las verbenas, o la música que no sea estrictamente procesional. Apenas hay excepciones. Los conciertos aprobados por la autoridad son, por lo tanto, escasos. Actuar a la intemperie es casi imposible y ya no se dan licencias a locales pequeños para acoger directos. Luego el Ayuntamiento actúa de DJ durante la Navidad pinchando villancicos a todo trapo varias veces al día. Esa quizá sea otra excepción: se autoriza la música vinculada en exclusiva a la atracción del visitante.
En Málaga, después del páramo invernal, llega el verano, el calor y su espejismo. En la Costa del Sol es imposible encontrar un fin de semana en el que no haya algún concierto 'grande' en algún lugar de la provincia: artistas presumiblemente 'top' para el público que pueda permitírselo. A veces da la impresión de que vienen siempre los mismos y casi siempre son de fuera, tanto los artistas como el público. Los conciertos del verano son una constelación de grandes nombres que se programan en barbecho. Apenas se contempla el riesgo, mucho menos lo local. Y desde las instituciones la situación no es mucho mejor, ya que se ha instalado la tiranía de valorar cualquier acto cultural por su número de asistentes. Si es así, ¿para qué programa entonces lo público, si no es para acercar al ciudadano manifestaciones que de otro modo serían inviables?
El problema de la música en directo tiene componentes que son globales pero, cuando uno viaja a otras ciudades de este país, se da cuenta de que su oferta es mucho más emocionante. Y no hablamos de Madrid. Javier habla de Murcia, yo de Córdoba o Zaragoza. Allí hay conciertos de grupos de la zona, de todos los estilos, y tienen fans. Hay un problema cuando uno quiere hacer cosas en su ciudad y se encuentra con un muro legal, con la apatía administrativa, con una institución que se escandaliza y con un desencuentro que mina cualquier atisbo de emoción. Pronto llegará el verano. Ojalá el calor y Siempre Así no nos funda la memoria.
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