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Santa Teresa de Jesús advirtió con estas palabras: «Lee y conducirás, no leas y serás conducido». Palabras sabias y de absoluta actualidad. En este final de julio está bien reflexionar sobre lo que Teresa plantea con clarividencia; máxime en una sociedad compleja y complicada, en la que el pueblo de las fake news y los whatsapp, sobrevive como puede con cierto halo de franquicia de verdad teniendo a las redes sociales como cómplice. ¡Leamos para alcanzar el gobierno de nuestras vidas! ¡Cojamos las rosas de la literatura mientras nos dejen! Existe la paradoja de que en un tiempo en el que hay acceso a la literatura de todo tipo, atrás quedaron los tiempos de la censura literaria, se lee cada vez menos. ¿Habrá que prohibir los libros para que vuelva el interés sobre la literatura? ¿O quizá se ha conseguido, en la dictadura de lo políticamente correcto, el olvido de la lectura porque aprendimos a vivir aplaudidos por 'likes' que ayudan a sobrevivir en una sociedad aislada e individualista?

La lectura de buenos libros y autores aportan sabiduría, entendimiento y voluntad. La lectura crítica aporta madurez de pensamiento y reflexión práctica. Es el verano buen tiempo para sumergirse en el libro de papel o electrónico, pero sumergirse; que en ningún caso será papel mojado o dará calambre, todo lo contrario, supondrá un revulsivo para detener la corriente suicida y peligrosa por la que nos encaminamos. Pueblo que no lee es pueblo dirigido. Una sociedad que ni tiene libros de mentira en las estanterías de sus casas para decorar, se convierte en sociedad del postureo. Un país que convive con los libros como quien convive con los gorriones, cada vez menos presentes en pueblos y ciudades, está abocado a que líderes exaltados y populistas lo dirijan; recordemos que por eso los libros se quemaron, por eso los libros se prohibieron, por eso los libros se ocultaron. Porque literatura y libertad son amigos íntimos. Y porque literatura y manipulación son enemigos irreconciliables.

Aprovechemos el verano para leer. Descubramos el estío, la estación del calor, como tiempo aliado para dar una oportunidad al conocimiento. ¿Me permites una sugerencia? Sospecha de quien no ama los libros o de quien pretende desplazarlos de la plaza pública; de quienes no dan espacio a obras que en un puñado de páginas concentran el pensamiento y reflexión un autor. ¡Hasta septiembre, si Dios quiere!

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