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La libertad y la democracia del 78

Domingo, 7 de diciembre 2025, 01:00

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Ayer España celebró 47 años de la aprobación en referéndum de la Constitución Española. La mayor parte de los españoles celebramos aquel proceso, al que ... la historia se refiere como de la Transición, con júbilo y con legítimo orgullo. Así hay sido durante años, pero en estos tiempos algunos acuñaron esta referencia histórica como 'Régimen del 78', con esa displicencia que da la más genuina ignorancia y el desahogo correspondiente. Quizá debiéramos por fin entender que aquello que se conoce como la 'guerra civil' no se llamó así caprichosamente, fue exactamente una confrontación civil, media España contra la otra mitad. El estado que surgió tras aquella inmensa tragedia y su férrea estructura llegó, tras casi cuarenta años, al fallecimiento del jefe del estado, tal y como se inició, sin democracia. Cuando a instancias del Rey Juan Carlos I se inició el diseño de una arquitectura política alternativa que buscara los estándares europeos y occidentales de una democracia, hubo de ser contenida la inercia de un régimen del que una minoría pretendía su continuidad. El esfuerzo jurídico, personal, político y social, para lograr un cambio paradigmático pasaba por la reconciliación nacional, una determinante asignatura pendiente largamente aplazada. Hubo muchos y muy importantes enemigos de aquel proceso, pero hubo muchos más que empujaron y trabajaron sin descanso para conseguirlo. Sépase que el Rey fue el primer protagonista y más decidido, renunciando a sus poderes legales ejecutivos y devolviendo la palabra definitiva a la soberanía nacional encarnada en el pueblo español. La convicción de Juan Carlos de Borbón, de Adolfo Súarez, Torcuato Fernández Miranda y tantos otros acertó con plenitud. «De la ley a la ley», o sea, sin el sobresalto de quedar vacíos de legalidad mientras se aprobasen las nuevas normas, una labor extraordinaria que aseguró la estabilidad en tanto se lograba la transformación del estado. Fueron las mejores y más leales cabezas al servicio de todos, un lujo personal, técnico y político, que nos llevó a la Constitución de consenso. Con la bendición del pueblo español a la Ley de Leyes, España tuvo dibujada la senda para reinventarse política e institucionalmente dándose a sí misma presente y futuro de democracia. Aquel abrazo inmensamente mayoritario y largamente añorado puso fin a los rencores del pasado, generando un sistema de convivencia y libertades sin peros ni imposiciones. Los llamados padres de la Constitución fueron y representaron la voluntad del pueblo español con el texto constitucional que acordaron y que fue ratificado por las Cortes primero y en referéndum por el pueblo.

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