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La Legión, primera 'brigada experimental'

La lucha por la hegemonía regional en Oriente Medio es de tal intensidad que traduce la competición a nivel internacional de las grandes potencias

FRANCISCO J. CARRILLO

Martes, 10 de diciembre 2019, 08:22

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Aquel célebre dilema entre «cañones o mantequilla» sigue siendo referencia política y presupuestaria a la hora de su declinación tras los análisis sucesivos de la realidad internacional y nacional. El mundo está lleno de incertidumbres y amenazas que lo rarifica por su complejidad. Señalaría las nuevas modalidades del terrorismo, en particular el de inspiración yihadista (Daesh, Al Qaeda y sus franquicias), las actuales situaciones de guerra con armas, la guerra comercial, la renovada carrera de armamentos que protagonizan grandes y medianas potencias, la exponencial concentración urbana de la población y, sin duda, el desarrollo industrial en la producción de armamentos con altas tecnologías (robotización e inteligencia artificial, entre otros). Este marco de referencia se convierte en un engranaje atroz, que genera inquietud y que no se vislumbra sólidas soluciones consensuadas a nivel internacional. Puede afirmarse sin exageración ni tremendismo que una parte del Mediterráneo genera zozobra y gran inquietud de inseguridad y otra parte está en llamas. A ello podría añadirse la reciente alerta seria que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado sobre hipótesis de grandes pandemias que, de no prevenirlas con investigación y estructuras sanitarias a nivel mundial, podrían mermar considerablemente la población del planeta.

Hay dos escenarios de guerra caliente o en potencia en los que La Legión se integra en Misiones Internacionales de Paz: Mali y Líbano. Ambos escenarios son conocidos por legionarios españoles que forman parte del Ejército de Tierra. El 9 de noviembre 2019 se despidió en la Base de La Legión en Viator (Almería) a un importante contingente de legionarios que, bajo la bandera de la ONU, irá con objetivos de interposición por la paz a la frontera sur del Líbano con Israel, que visité hace unos años en un par de ocasiones, una desde Líbano y la otra desde Israel.

Las amenazas que identifico al comenzar este artículo difícilmente podrán neutralizarse sin una presencia activa de las FAS en cooperación con las ciudadanías. La Legión ha sido designada por el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor como la primera 'brigada experimental' en la reestructuración de nuestras Fuerzas Armadas. La incorporación de las nuevas tecnologías y de nuevos esquemas de organización cambia la percepción que tenemos de los ejércitos y de las tareas de inteligencia. Pongamos un ejemplo en paz: la incidencia de la demografía en la configuración de las megalópolis con varios millones de habitantes hará que la policía municipal o las fuerzas de seguridad del Estado no sean suficientes para garantizar la seguridad ciudadana. Las Fuerzas Armadas jugarán un papel primordial en la acción de policía urbana (es previsible una 'urbanización del terrorismo' camuflado en las grandes ciudades, a lo que habrá que detectar y hacer frente). La Legión, como 'brigada experimental', deberá abordar y prepararse para estos nuevos escenarios civiles, y su experimentación sería referencia para la reestructuración y puesta al día de todas las FAS en una modernización que es indudable se llevará a cabo en cooperación con el futuro ejército de Europa y con la OTAN.

Creo que por ahí debe caminar la nueva 'cultura ciudadana de defensa'. Algo de ello se constata en Francia con la decisión del presidente Macron de restablecer el Servicio Nacional Universal Obligatorio, que ya comenzó en 2019.

La paz y la seguridad ciudadana son objetivos indiscutibles. Para alcanzarlos hay que poner los medios y prever lo por venir. En ello está La Legión de nuestros días, consecuencia ineludible de los tiempos modernos.

Comprendí -y a ello contribuyeron, estando como embajador de la Unesco en Túnez, las informaciones de los servicios de Inteligencia de Francia sobre la inexistencia de armas de destrucción masiva- que estar contra la guerra de Irak era inexcusable. En esos días publiqué un artículo, 'La guerra no traerá la paz' ('El Periódico de Cataluña', 8 marzo 2003). Irak se convirtió en un semillero del terrorismo yihadista con el renacer de Al Qaeda y con la posterior creación del Daesh. Se abrió la caja de los truenos en el Oriente Medio, la desestabilización y la cruenta guerra de Siria y el ataque a Libia. Vencido territorialmente el autodenominado Estado Islámico (Daesh) y asesinados los dictadores sátrapas Sadam y Gadafi, el terrorismo yihadista se expandió como mancha de aceite hacia el Sahel africano que, en realidad, hoy es 'la nueva frontera sur' de Europa, con Mali como referencia. Allí fue en misión de paz, en condiciones de guerra, La Legión. Libia sigue como Estado fallido. Palestina, con solución bloqueada. Israel y Líbano, en Estado de alta tensión, y allí va de nuevo, en misión de paz de la ONU, La Legión con un entorno muy complejo y difícil de tambores de guerra. Renovadas amenazas con el acoso por un comando USA y la muerte de Al Bagdadi, que fue jefe del Daesh, constituyen un importante elemento a tener muy en cuenta.

La lucha por la hegemonía regional en Oriente Medio (Irán-Arabia Saudí, con telón de fondo de Rusia, Turquía y EE UU) es de tal intensidad que traduce la competición a nivel internacional de las grandes potencias. Podríamos recurrir al viejo adagio de que la paz no es sólo ausencia de guerras. Estoy convencido de que este adagio lo asume La Legión.

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