No todo es un 'true crime'
Hay quien tiene esa necesidad de que todo se convierta en un documental de Netflix. Bastante terrorífica es la realidad como para tener que ver donde no hay
La trágica muerte de Álvaro Prieto, aparentemente electrocutado accidentalmente por una catenaria, casi ha superado en interés (si no lo ha superado) al conflicto de ... Israel y Palestina. La cercanía, de nuevo y siempre, manda a la hora del interés del lector y del espectador, especialmente si los hechos parecen envueltos en el misterio.
Lejos de ser una reflexión sobre la necesidad de los medios locales, no estaría de más desmenuzar el porqué de lo que ha ocurrido en estos días. Reconozco ser uno de esos fans absolutos del 'true crime'. Los consumo habitualmente, como hace gran parte de una población que ha llevado a este tipo de productos –especialmente rentables– a estar entre lo más visto de las plataformas.
Pero no todo es un misterio sin resolver. Hay que reconocer que en el caso del pobre Álvaro ha habido circunstancias singulares, como la forma en la que apareció el cadáver. Pero poco más. Durante las últimas horas, hemos visto una sucesión de noticias falsas, manipulaciones y elucubraciones que tenían como objetivo vestir esta historia de algo que no era.
Por un lado ha aparecido la 'fachasfera', esa pérfida conjunción de pseudoperiodistas de extrema derecha que rápidamente culpaban a personas de etnia gitana de un crimen que no es tal; primero para obtener más 'clicks' en sus panfletos, y segundo, porque son unos racistas.
No es que no me preocupe esa gente, pero en este caso hay algo que es aún más relevante. Se trata de esa inmensa masa de personas 'normales', gentes que leen periódicos, se informan y tienen criterio, y que a pesar de todo siguen planteando dudas sobre lo sucedido, apelando a esa necesidad de que todo se convierta en un documental de Netflix. Bastante terrorífica es la realidad como para tener que ver donde no hay. Descansa en paz, chaval.
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