Estábamos tan preocupados por los contagios en las aulas que se nos ha olvidado preocuparnos un poco más por la enseñanza que se está dando. ... Resulta que en infantil, primaria y hasta 2º de la ESO van todos los alumnos a clase presencial a diario, pero desde 3º de secundaria hasta bachillerato, el periodo clave en la formación preuniversitaria o profesional, se les da a los centros la opción de organizar la asistencia en días alternos con el argumento de «garantizar la distancia», como si de los 13 a los 14 años cambiara algo sustancialmente
El resultado es que los alumnos de los centros privados y concertados van a clase presencial todos los días o, los menos, siguen las enseñanzas online desde casa cuando no pueden acudir. Mientras en los centros públicos los estudiantes van al instituto en días o semanas alternas y les ponen deberes para completar el resto del tiempo lectivo. En la práctica, esta situación abre una brecha entre unos y otros. porque aunque teóricamente tienen los mismos días lectivos, resulta imposible explicar todos los temas del curso si solamente tienen la mitad de las clases.
¿Por qué se organizan así? Pues lo peor de todo es que no se trata de falta de medios, sino que lo hacen así porque les han dado la opción. La mayor parte de los colegios concertados tienen aulas más o menos igual de grandes que los públicos y en número de alumnos por aula tampoco están por detrás, sino más bien al contrario. Es decir, que en la enseñanza pública se podría haber tomado una decisión similar a la que hay hasta 2º de la ESO para todos, incluyendo bachillerato y no hubiera pasado nada, como se está viendo hasta ahora. Los brotes en los centros educativos no son ni de lejos el principal foco de esta crisis y preocupan mucho más los contagios en el ocio adolescente.
Es una pena que la enseñanza pública se esté cavando su propio hoyo. Hemos creado un sistema tan garantista que evitar las protestas de sindicatos, profesores y padres es más importante que la educación que damos y corremos el riesgo de dejar en inferioridad de condiciones a toda una generación de alumnos. A pesar de que haya estudiantes y profesores a los que les gustaría ir todos los días a clase, porque este sistema les obliga a trabajar más para tener peores resultados.
La prueba de que lo hacen porque se les da la opción es que en la Universidad pasa parecido. La enseñanza presencial es casi una rareza.Grados como Medicina tienen todas las clases teóricas online y muchos otros apenas cuentan con un par de horas de clase cara a cara la semana. Todo ello con un rector de la UMA, que apostó por no renunciar a la presencialidad y que se manifiesta decepcionado por lo que está ocurriendo, mientras los departamentos y decanatos miran para otro lado como si con ellos no fuera la cosa
Los adolescentes de instituto y los jóvenes universitarios se pueden contagiar en clase o fuera de ella, porque no se les puede tener encerrados en casa durante meses y meses. Lo que no podemos es condenarlos a recibir una educación peor por exceso de celo.
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