Pocas luces
No era bastante con que nos falten las carreteras, los trenes y el agua, que ahora tampoco tenemos suficiente electricidad...
Éramos pocos... No bastaba con que en Málaga tengamos una falta evidente de carreteras, de trenes y de agua. Es que ahora tampoco tenemos suficiente ... electricidad para cubrir la demanda. Vienen a Málaga inversores atraídos por ese mantra del Silicon Valley del sur de Europa. Piden potencia para enchufar centros de datos, que no es otra cosa que las megacomputadoras que hacen falta para que ChatGPT te conteste a la última chorrada que se te ocurra preguntarle a las diez de la noche mientras ves una serie tirado en el sofá. Pero también para grandes naves logísticas e industrias de energía verde. Y resulta que hay que decirles que no, que en Málaga no nos quedan megavatios, y que en el resto de Andalucía casi tampoco. Así que ya si eso que se marchen a otras regiones, mejor todavía, a otros países como Francia, donde están repotenciando a saco porque esa es la clave del futuro.
Si no fuera porque es verdad sería una locura hasta pensarlo. La Málaga tecnológica anda a pilas, eso sí, recargables, que para eso somos muy sostenibles. Lo peor de todo es que energía nos sobra, con todo el mogollón de renovables, básicamente solar fotovoltaica y eólica que se han conectado en los últimos años. Pero esta producción hay días que se desecha, que va a la basura, porque lo que nos faltan son redes para distribuir la electricidad barata que se consigue en el interior hasta los grandes puntos de consumo, que son las ciudades, los parques tecnológicos y empresariales y los centros de distribución.
El Gobierno, para no variar, está a otra cosa, mariposa. Básicamente, está a seguir siendo el Gobierno, aunque no se sabe muy bien qué ni a quién gobiernan. Del Ministerio de Transición Ecológica depende que se autoricen las inversiones que Endesa tiene que hacer para no dejar pasar el tren de la industrialización digital, que tardará décadas en volver, si es que lo hace alguna vez.
Todavía estamos a tiempo de que a alguien en Madrid se le ilumine la bombilla y permita que se hagan las obras imprescindibles para salir de este 'apagón' empresarial. Y es que además esto no le cuestan nada directamente al Estado, porque las redes las pagamos poco a poco entre todos, con los peajes de nuestras facturas de electricidad. Después de muchas décadas pidiendo que la economía malagueña deje de depender casi exclusivamente del turismo y los servicios; cuando el sol sirve para algo más que para tostar guiris en las playas y las industrias del siglo XXI llaman a nuestra puerta, les damos con la aldaba en las narices. Es que hay que tener pocas luces.
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