Hay imágenes que hablan de la ciudad en la que la Gran Málaga se está convirtiendo. Aunque a primera vista pueden parecer negativas, en realidad ... tienen una importante carga subyacente. Me refiero a la cola enorme del pasado lunes para embarcar en los trenes de alta velocidad en María Zambrano. A ver, no le deseo a nadie que tenga que esperar en una fila de ancho internacional, y más si está pensando que se puede quedar sin viajar por causas ajenas. Pero cuando averiguas realmente a qué se debía, pues como que te da hasta un pellizquito de orgullo. Lo dice uno que vio llegar el AVE a pie de ese mismo andén en diciembre de 2007, y que es un enamorado confeso de los trenes, nivel de frikismo 'me he puesto como tono del móvil la sintonía de los avisos de Renfe'.
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Y es que la espera se debía a la confluencia de una buena y de una mala noticia. Empezando por la segunda, por descontado, hubo una falta total de previsión de ADIF, que tiene que meter más personal y habilitar más arcos de seguridad para cruzar al andén. Y ser empáticos con la gente, que no sabe si el tren se va a marchar sin ellos, y no cuesta nada mandar a algún operario de la estación a informar y tranquilizar a los viajeros, o al menos mediante las pantallas y altavoces. Cuando pregunté como periodista, el mensaje fue tan razonable como tranquilizador habría sido para los afectados: nadie que esté en la cola se va a quedar sin embarcar.
Y ahora viene la parte buena. Semejante mogollón a primera hora se formó por coincidir con pocos minutos de diferencia la salida de tres convoyes de alta velocidad: un AVE de Renfe con destino a Madrid, que viajaba en doble composición (8.05 horas); un Iryo también a la capital española (8.07) y otro AVE de la operadora pública con destino a Barcelona (8.25). Este último, además, con un gran número de equipajes, lo que dificultaba el embarque. Por tanto, en menos de media hora pasaron por la terminal de Málaga hasta 1.200 viajeros.
¿Y saben lo mejor de todo? Pues que pronto van a ser muchos más. Todavía está rematando las pruebas para poder venir la compañía francesa de bajo coste Ouigo, que emplea trenes Euroduplex de dos plantas, con 500 asientos. Así que hagan la cuenta de lo que se puede llegar a mover. Es verdad que nadie debería soportar largas esperas en la estación, y también que estamos mal acostumbrados de cuando el tren era poco menos que un artículo de lujo. Pero ver la estación María Zambrano tan llena de pasajeros, como muy pocas terminales de España lo hacen, nos da la medida del empuje y del dinamismo de la Gran Málaga y la Costa del Sol.
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