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El honor es su divisa

LA TRIBUNA ·

El razonamiento es muy simple: la Guardia Civil no está para interpretar las leyes, está para cumplirlas

VICENTE PÉREZ

Domingo, 31 de mayo 2020, 09:53

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El autor de estas líneas no es otro que un veterano guardia civil. Ese adjetivo me lo acreditan los 45 años de servicio en el Cuerpo, y desde que nací en mi querido pueblo de Casares -aunque mi padre, el sargento Sabino estaba destinado en el puesto de Gaucín- he mamado, respirado, sentido y vivido en el seno de la Benemérita.

Quizás por ello y aunque ya esté retirado -nunca se deja de ser guardia civil- he decidido compartir con los lectores estas reflexiones. La Guardia Civil desde su fundación, precisamente el 13 de mayo de 1844, ha cumplido 176 años, se ha caracterizado desde mi punto de vista por dos razones fundamentales: el honor, y su capacidad de sacrificio.

Concretamente esas dos, para mi virtudes, han sido el motor de su vocación de servicio que tan bien le ha venido a España cada vez que la han necesitado.

Si hay alguna motivación que pueda presidir el actuar diario de cualquier guardia civil, así como su ánimo y predisposición, hay que buscarla en la palabra servicio.

La palabra servicio en la Guardia Civil tiene una connotación especial. Nuestro cuadrante es de servicio, nuestra papeleta es de servicio, vamos, de servicio, nos desean, buen servicio y tan es así, que las necesidades del servicio, muchas veces están por encima de las propias.

Y esta predisposición es así, única y exclusivamente porque está en los genes de la propia institución desde que su fundador, el duque de Ahumada, vertiera en nuestra cartilla los principios inspiradores que deben presidir la conducta del guardia civil. El fondo y la esencia de esa cartilla afortunadamente siguen vivos en el actuar de la inmensa mayoría de los guardia civiles (excepciones siempre hay) que recorren día a día los caminos y los pueblos de España.

Las reflexiones a las que hacía referencia al inicio se basan precisamente en alguno de sus artículos, y quizás la actualidad del momento permita servir de fondo a la razón de ser de las mismas. Dice parte del artículo 5º de la famosa cartilla: «El guardia civil debe ser prudente sin debilidad, firme sin violencia y político sin bajeza...». Firme sin violencia y político sin bajeza. ¡Claro que el guardia civil tiene que ser político!, está en su esencia, pero vayamos al diccionario de la RAE y entre las distintas acepciones, me quedo con una de ellas. Político: «Que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado».

No hay ninguna duda de la intervención de la Guardia Civil en estos asuntos, los del Gobierno y los del Estado. Precisamente su actuación diaria radica en el cumplimiento estricto de la legalidad vigente.

Esa normativa legal tiene su origen tanto en el poder legislativo, a través de las cámaras, así como a través del poder ejecutivo por las disposiciones del gobierno legítimamente constituido, y por supuesto a través del poder judicial cuando así esté dispuesto normativamente. El imperativo legal que pueda emanar de estos tres poderes -que fundamentan el Estado de derecho-, no permite interpretación alguna desde el punto de vista del autor de estas líneas. El razonamiento es muy simple: la Guardia Civil no está para interpretar las leyes, está para cumplirlas​.

Volvamos a la cartilla. «Político sin bajeza». Recurro nuevamente al diccionario. Bajeza: «Hecho vil o acción indigna». Creo firmemente que bajo esta premisa debe el guardia civil ejercer su comportamiento político. Sin bajeza. Y aunque en algunos momentos de su historia algunos de sus miembros no hayan actuado bajo ese comportamiento, estarán conmigo en que han sido la excepción que en su momento confirmara las reglas.

Estoy plenamente convencido de que la bajeza es ajena a la Guardia Civil como Institución, independientemente del daño que le puedan acarrear conductas individuales reprochables. Esta afirmación que pueda parecer categórica encuentra su apoyo en la percepción que la inmensa mayoría de la sociedad tiene de la Benemérita.

A modo de conclusión de estas reflexiones que comparto con el lector, tengo que decir que la Guardia Civil no necesita de 'salvadores de la Patria', sobre todo si esa salvación viene condicionada por la aproximación a sus propias concepciones ideológicas.

Y desde luego lo que menos necesita, son 'asaltadores de la Patria', esos otros que la conciben con cierta abstracción, pero sobre todo que la sienten con una emoción sustentada en unos sentimientos tan poco nobles o recomendables como pudieran ser el odio o el rencor.

Concluyo.

La Guardia Civil lleva 176 años sirviendo a la sociedad a la que se debe, se creó en un momento histórico como consecuencia de las necesidades de la sociedad de la época y desde entonces hasta hoy han sido muchos los servicios prestados y muchos los hombres y mujeres que nos han precedido en este quehacer.

Precisamente por ella, por lo que representa y abusando de la aquiescencia del lector, finalizo estas líneas con una petición que no es otra que reclamar para mi querida Guardia Civil ni amor ni odio sino simplemente respeto, y con él, que seamos capaces de conseguir lo que nos transmite el final de nuestro himno: «¡Viva honrada la Guardia Civil!».

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