Halloween magno
VOLTAJE ·
En Málaga sabemos que aquí la Aemet falla más que una escopeta de feriaEste viernes comienza un puente de órdago para Málaga, días en los que se unirán acontecimientos masivos, a saber: la procesión magna, las fiestas de ... Halloween y el Día de Todos los Santos sin excepción, todo junto para dar ilusión de normalidad y llenar las calles de gente ahora que parece que se puede. El Día de los Difuntos (de todos los difuntos) tendrá un poder de resurrección después de todas las salidas, disfraces, romerías y traslados cogidos de la mano en este puente mortal.
Se espera cerca de medio millón de personas para ver las macroprocesiones del sábado, una fiesta visual, olfativa y de fe que acumulará el devenir de 16 tronos durante la friolera de 14 horas de desfile, intuyo que sin descanso. Es como si la Semana Santa, en su gira de aniversario, entonara un interminable 'bis' con todos sus grandes éxitos. El centenario de la Agrupación de Cofradías, efeméride que al parecer provoca este trasiego, llega en un momento perfecto para sacar al mundo cofrade de la crisis postpandémica, como si se hubieran sacado la magna de la magna; un as que se llama 'Camino de la Gloria' y que nace con el ánimo lisiado por los agoreros de la Aemet. Los que somos de Málaga caminamos tranquilos, porque sabemos que la Agencia Estatal de Meteorología falla en nuestra tierra más que una escopeta de feria. Convendría más consultar a una pitonisa. Aquí un marinero sabe de nuestro tiempo más que dos o tres meteorólogos de carrera. En la Agrupación de Cofradías lo saben, y por eso ayer, en una reunión de crisis donde entre más de veinte tíos apenas podía distinguirse a una sola señora, se tomó la decisión de la valentía. No me esperaba menos. La actitud del buen creyente siempre está mirando al cielo, por la lluvia y por Dios.
Un idéntico valor servirá al día siguiente para celebrar Halloween, y los últimos seguidores de los tronos podrían cruzarse con una multitud disfrazada con ganas de fiesta y con mascarilla sólo si lo impone el disfraz, cruzándose a su vez con otra pequeña masa, acaso menor y más madura, de excursionistas que van al cementerio para hacerle un homenaje a la vida cuidando el lugar en el que descansan los muertos, y luego reponiendo su alma y su cuerpo en una prodigiosa venta de pueblo o de carretera. El hombre es un animal de costumbres, pero el malagueño además las remezcla y las resetea, haciéndolas más suyas, tanto las antiguas como las nuevas, con la esperanza de que algún día reventemos todos de júbilo, que al final es de lo que se trata.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión