Haber estudiado
VOLTAJE ·
A veces da la impresión de que el alcalde de Málaga vive en una realidad paralela, entre los mundos de Yupi y el salvaje OesteNo salgo de mi asombro por las palabras pronunciadas por el alcalde de Málaga en un acto público en el que se inauguraban las obras ... de 253 pisos de alquiler que se suman a la raquítica oferta de vivienda pública. Aquí van sus alucinadas palabras, levemente editadas: «Para que nadie se quede atrás, también hay que hacer un esfuerzo en educación y en formación, porque va muy ligado. El problema de vivienda existe porque las familias no han tenido oportunidad, o no la supieron aprovechar, para tener una preparación que les permita tener un sueldo y una autonomía, y no depender de las políticas públicas, que son necesarias porque siempre habrá una parte de la población que necesite esta opción». Tremendo.
Pasando por alto la antigüedad de referirse a 'las familias', el alcalde demuestra un preocupante problema de falta de contacto con la realidad. En Málaga hay 26.000 personas demandantes de vivienda pública, y muchos jóvenes -y no tanto- con carrera y máster, y cuyos sueldos no dan para un alquiler en condiciones dignas. Ninguno de ellos se encuentra en el círculo social del alcalde, y esto resulta extraño, porque para encontrar sueldos precarios no hay que limitarse a la limpieza de hoteles ni al cuidado de niños. Pregunte en los hospitales, pregunte en la Universidad cuánto cobran los investigadores y los profesores, y busque un alquiler en Málaga que no suponga más del 35% de ese sueldo. Comprobará el alcalde que «quedarse atrás» en materia de vivienda en Málaga resulta muy fácil: ni siquiera es necesario ser pobre.
Es muy grave. Francisco de la Torre debería retractarse. Por respeto a los miles de ciudadanos con formación que han hecho lo que se les ha dicho que hicieran para prosperar, y que no pueden acceder al mercado de vivienda en Málaga, tensionado por la apuesta por un modelo de ciudad que se diseña desde la misma posición de poder desde la que se critica no ya a los más débiles, que también, sino a todo aquel que no puede acceder a un piso en la ciudad en la que este señor lleva 22 años siendo alcalde, y varios más con puestos de responsabilidad (entre otros, concejal de Vivienda).
Lo peor que le puede pasar a un político es ignorar lo que pasa en la calle y someter su punto de vista a una abstracción; a veces, da la impresión de que el alcalde vive en una realidad paralela que solo existe en su imaginación, y que está situada en un lugar a medio camino entre los mundos de Yupi y el salvaje Oeste. Responsabilizar a las personas de lo malo que les pasa esconde un pensamiento perverso, injusto y profundamente insolidario. Muy mal.
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