Borrar

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Ver la imagen difundida por Pep Guardiola despotricando contra España desde Inglaterra, y a Xavi Hernández hacer lo mismo desde Qatar, con la repercusión internacional, se quiera o no, de ambos, amén que desasosiego producía pena e impotencia. Casi la misma que se siente por el final que se vislumbra en Malaka, cuyos guionistas deberían haber elegido a otro asesino de Noelia. Pero mientras la desazón por no poder cambiar la trama y su desarrollo en la serie (a mi me encanta, qué quieren que les diga) no tiene trascendencia, lo que te produce oír a Guardiola, Xavi, Puigdemont y compañía es un ataque de mala leche de alta consideración: putear a tu país está mal, muy mal y dice muy poco de quien lo hace (en otros paises democráticos tendría cárcel), pero hacerlo además mintiendo, diciendo que aquí no hay democracia, que esto es un estado semi terrorista es para tirarse de los pelos y, si es posible, retirarles el pasaporte para que no vuelvan. No se merecen este país, que se quiera o no, es una joya, con sus muchos defectos, que los tiene, pero consolidado como una de las mejores democracias del mundo según todos los analistas, y uno de los tres mejores para vivir. Curioso que mientras media humanidad quiere venirse con nosotros (sólo en Málaga 2 millones de viajeros por el aeropuerto, todo un récord), unos cuantos (que no son pocos, ojo, pero no la mayoría, también ojo) se quieren ir a toda costa. Y lo están haciendo por las bravas. Me 'encantó' ver la cara de Carmen Calvo, a quien uno trató mucho en sus tiempos de la Consejería de Cultura por el Museo Picasso, decir que la situación en Cataluña era de normalidad, mientras los radicales incendiaban media Barcelona y herían a decenas de policías. Eso sí, ni para Calvo ni para Sánchez, y mucho menos para Pablo Iglesias, pasaba gran cosa. Lo tengo claro: con esta pléyade de líderes políticos, la transición hubiese sido imposible en este país, y ahora mismo no se sabe bien dónde puñetas estaríamos. No son cosas de la vida, son casualidades injustas. Es difícil que líderes deportivos como Nadal, Gasol, Márquez y otros coincidan para bien en el espacio y en el tiempo; para mal es también casi imposible que coincidan tantos líderes nacionales tan mediocres, que piensan más en fastidiar al rival, que en este país es el 'enemigo', que en los ciudadanos, en los votantes. Y menos mal que aquí se vive de 'pm', como dicen todos los estudios internacionales, porque si no, ni siquiera aguantaba un minuto Torra y se hubiera marchado... Favor que nos haría por cierto. «No pasa nada en Barcelona, no pasa nada en Cataluña, pero España es un estado dictador, surrealista y casi terrorista» (sic). Y escuchar eso te deja planchado en el sillón, pero pones Malaka, y algo te evade, pero también te cabrea. La trama. Perico... Pido a los guionistas, excelentes, de la serie que cambien el final que se avecina, que incorporen a Guardiola como gran culpable. Es más, que señalen a Xavi como el 'cerebro' del entramado, y que el comisario de Policía ese tan desagradable tenga el rostro de Carmen Calvo o de Pablo Iglesias. ¿Y Torra? ¿Y Puigemont? Pues... ¿y si los dejamos fuera de la serie? ¿Y los otros? ¿Los otros?... Ya están en la cárcel. La cosa no pinta bien. Para nada. Veremos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios