La gran Málaga
Sólo la unión de los municipios logrará que la voz de la Costa se escuche donde corresponde
Años llevo escuchando a urbanistas y teóricos decir en conferencias que las dos costas, así como Málaga capital y el área metropolitana del Guadalhorce funcionan ... como una única gran urbe. Con todos los inconvenientes que tiene una ciudad de más de 1,5 millones de habitantes, que encima multiplica su población varios meses al año; y ninguna de sus ventajas, en forma de una dotación presupuestaria a la medida de sus necesidades. Esta ciudad, que me gusta llamar la Gran Málaga, tiene sus ejes colectores (básicamente, la A-7, la AP-7, las rondas y la A-357); un aeropuerto internacional, una estación de alta velocidad, dos 'metros' (el Cercanías y el suburbano de la capital); varios hospitales, la Universidad, un gran Centro Histórico y un sinfín de otros centros, barrios, puertos deportivos, etc.
Hasta ahora, los sucesivos gobiernos en Madrid y en Sevilla se han aprovechado de que esa gran urbe, desde Nerja hasta Manilva y todo su cinturón de segunda línea de costa, no tenía conciencia de si misma ni de su importancia como conjunto. Era (y es) un aglomerado de ayuntamientos con alcaldes que hacen la guerra por su cuenta, buscando lo mejor para sus vecinos a nivel doméstico, de acuerdo a su presupuesto, más o menos ajustado, y con dádivas u omisiones en función de la afinidad política con los gobernantes de entes superiores.
Esta amalgama de reinos de taifas, desconectados cuando no recelosos entre sí, ha provocado que Málaga no tuviera voz ni voto a la hora de reclamar grandes infraestructuras de transporte, especialmente el tren de la Costa, que nadie se ha tomado realmente en serio casi nunca, salvo honrosas excepciones; pero tampoco en materia de agua, donde clama al cielo que las canalizaciones principales estén hechas jirones y con fugas vergonzantes; y sin las desaladoras necesarias para suministrar a las ciudades costeras y dejar de depender de los embalses y de los acuíferos.
Esta situación puede cambiar si prospera la iniciativa del alcalde de Málaga, que en principio parecen respaldar la mayoría de los municipios. Una entidad común, que deberá tener su nombre, su marca y sus representantes, que aglutine a todos en la reivindicación de las inversiones que justamente le corresponden en virtud de su peso demográfico y económico, no más pero tampoco menos; capaz de elevar la presión incluso ante las autoridades europeas. Para acabar con décadas de agravios comparativos frente a territorios mucho menos poblados, que consiguen infinitamente más sólo porque tienen diputados nacionalistas.
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