Gastar el presupuesto
LOS cambios que se han producido en los últimos años en algunas ciudades pueden comprobarse a simple vista en muchos casos, solo con darse una ... vuelta por el municipio y hacer una comparación con lo nuevo que ha surgido y lo antiguo que desapareció. Los que hayan vivido lo suficiente y tengan buena memoria, claro. En lo que se refiere a algunos municipios turísticos, como los de la Costa del Sol esos cambios se han producido con más rapidez, con unos índices de crecimiento veloces que, evidentemente, han exigido más servicios, aunque algunos de estos no han tenido el mismo nivel de aceleración como para evitar deficiencias. Por lo general los acontecimientos suelen ir por delante de las previsiones y después hay que luchar para paliar la situación.
Algunas cifras son bastante significativas para ver como han variado las cosas en dos o tres décadas en aquellos lugares en los que un día apareció el turismo y la vida de sus habitantes registró un importante giro en busca de un anhelado progreso. Por ejemplo, en Marbella hemos llegado estos días al número de ciento cincuenta mil habitantes empadronados, los llamados de derecho, porque figuran en los papeles, cuando no hace mucho se hacía campaña desde el Ayuntamiento para superar los ciento veinte mil, porque estas cosas tienen mucho que ver con el dinero que se reciba de las administraciones superiores. Lo que antes tardó en conseguirse parece que esta vez lo han logrado (según voces expertas) el temor al brexit y el autobús urbano gratis para residentes. Quién lo iba a decir.
Hay que mirar hacia atrás y recordar que en mil novecientos ochenta y tres la población apenas si superaba los sesenta y cuatro mil habitantes. Y un poco antes, en mil novecientos sesenta, en los albores del turismo, solamente había doce mil personas registradas.
También los presupuestos municipales son números bastante indicativos de como se ha producido la evolución en la vida de un pueblo. En Marbella se han aprobado inicialmente los del próximo año con un montante de doscientos noventa y cinco millones de euros. Hace cuatro décadas, cuando se constituyó la primera corporación democrática, se llegaron a superar ligéramente los ochocientos millones de pesetas (lo que hoy serían unos cinco millones de euros). Sí, han pasado los años, claro está, pero los números dan que pensar.
Cada corporación municipal ha tenido sus peculiaridades en sus presupuestos, aunque muchas veces se ha coincidido en que no siempre se llegaba a final de año con los del siguiente aprobados, algo que suele ser fundamental para cumplirlos con eficacia. En esto influye mucho la estabilidad política, que no siempre se ha tenido.
Otro ejemplo: hace ahora treinta años que en el Ayuntamiento coincidieron varios grupos políticos, ninguno con mayoría, y se vivieron momentos convulsos bajo el mandato del alcalde Alfonso Cañas, hasta el punto de que, tras varios amagos, presentó su dimisión. En esos momentos, mil novecientos ochenta y nueve, las crisis entre grupos, e incluso en el interior de algunos de ellos, desembocaron en una gestión complicada y se llegó al punto de no gastar mil seiscientos millones de pesetas (casi diez millones de euros) del presupuesto del año anterior que estaban destinados a infraestructuras, entre ellas el asfaltado de las calles o la puesta en marcha del instituto de la vivienda. Se incumplió así una de las normas básicas sobre las que los inerventores han llamado siempre la atención: que tan malo es pasarse de gasto en la gestión como no saber utilizar el dinero disponible para dedicarlo a los servicios más necesarios, una norma que se mantiene vigente hoy. Hay otros casos llamativos en algunos ayuntamientos que podrían citarse y que no dejan de ser un ejemplo de lo que no debe hacerse. Y después hay que contabilizar lo de aquellos otros gobiernos que tenían los presupuestos como fachada, porque las cuestiones económicas iban por otro y de qué manera. Ya saben.
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