El gallego errante
Tanto bombo con la amnistía y la demonización de Junts para luego declarar que hubo coqueteo con el independentismo y el esbozo de unos indultos ... a medida. La tropa del PP se queda con el pie cambiado sin saber si viene o va mientras sus líderes tratan de recomponerse, se aclaran la garganta y entonan la diferencia que suponía aquel coqueteo con el romance Sánchez-Puigdemont. Ellos se limitaron a hacer manitas mientras que Sánchez ha consumado el idilio y ha perdido todas las virginidades posibles. Pero ni siquiera acogiéndose a ese argumento han defendido con autoridad aquel tanteo que el propio Núñez Feijóo ha levantado en vísperas de unas elecciones en las que al parecer se juega tanto.
Las elecciones gallegas planteadas como un plebiscito (otra vez) o como un referéndum camuflado y el candidato popular, Alfonso Rueda, siguiendo la estrategia de ocultamiento de Feijóo. No acudir a los debates, imitar al avestruz y dejar que el mundo ruede por su cuenta. Cuando uno se tapa los ojos se hace invisible, al menos eso creen los niños antes de tener un mínimo de cordura. Los vaivenes de Núñez Feijóo podrían tomarse como el balbuceo de un alevín de la política de no ser porque ha ejercido con solvencia como presidente de la Xunta de Galicia durante trece años. Habrá que atribuir al clima de la meseta su evidente desorientación. Al clima político se entiende, a esa atmósfera creada por Pedro Sánchez y caldeada por su entorno en la que Feijóo sufre ahogos, casi soponcios.
Ahogos y errancia. Dicen que quien cruza saludos con el buque del Holandés Errante se verá condenado a vagar eternamente y sin rumbo. A Rueda puede ocurrirle lo mismo al seguir la estela de Feijóo, con sus ausencias y apagones. Si el PP no consigue la mayoría absoluta el cartel será una derrota de Feijóo y una victoria de Sánchez, no importa que el PSOE sea la tercera fuerza política. Hay quien considera que lo que hoy digan los gallegos es crucial para Núñez Feijóo. Pudiera ser, pero seguramente no tan crucial como será para Pedro Sánchez y el PSOE lo que dentro de dos meses digan los vascos en sus elecciones. Allí no habrá interpretaciones y sensaciones. Allí habrá una encrucijada. PNV o Bildu. Dos apoyos fundamentales para Sánchez. Y tendrá que optar por uno. El huérfano no asimilará la elección de buen grado. Habrá factura, y fractura del vanamente llamado bloque progresista. Cómo Pedro Sánchez puede resolver ese conflicto es un misterio. Lo que está claro, para bien o para mal, es que su naturaleza es diametralmente opuesta a las maneras errantes que hoy y a saber con qué resultado desembarcan en Galicia.
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