El no funeral del no Estado
Octubre es un dolor sin espera. Luz de luto que penetra en la herida. El Mediterráneo con cañas y barro en su espalda. Lágrimas que ... queman y desesperan. Valencia, secuestrada por la política un año después de la tragedia. El no funeral del no Estado.
En el primer aniversario de la tragedia, Valencia acogió el pasado miércoles el denominado Homenaje de Estado en memoria de las víctimas de la DANA. El acto se celebró en la Ciudad de las Artes y las Ciencias con una escenografía y estética más propia de la masonería que la de cualquier ceremonia fúnebre de nuestra cultura. Estuvo presidido por los reyes y contó con la asistencia de todo el enlutado Gobierno de España, que fue quien lo organizó; acudieron también los miembros del Gobierno valenciano, con el president Carlos Mazón al frente, y familiares de las víctimas. No fue un funeral porque su fin no fue honrar ni recordar a los fallecidos. Tampoco acompañar a las familias en su duelo ni ayudar a cerrar heridas. Fue un acto que, lejos de fortalecer los lazos de una comunidad golpeada, los dejó más frágiles. Un homenaje sin alma que no consoló, solo incomodó. El Gobierno central buscó ventaja. Señaló al presidente valenciano como único culpable e instrumentalizó el dolor ajeno como arma, disfrazando de justicia lo que solo fue cálculo electoral.
Virginia Ortiz fue una de las familiares que tomaron la palabra durante la ceremonia y les recordó a las autoridades que en los días de la tragedia «las instituciones estuvieron ausentes». No hubo Estado. Lo sustituyó una marea de voluntarios que dejó en evidencia la incapacidad de quienes debían dirigir la emergencia. Sobró oportunismo político y faltaron reflejos. Un aparato público gigantesco que no estuvo cuando más se le necesitaba. Un año después, la decepción sigue instalada en la sociedad valenciana, que contempla la ceremonia hueca de este no funeral como recordatorio de aquel fracaso. Hubo ausencia de alerta, abandono tras la tragedia y una reconstrucción frenada por la incapacidad de cooperación política. El mensaje ha calado entre los afectados. Nada garantiza que hoy no volviera a ocurrir lo mismo. Las infraestructuras siguen sin reforzarse, los protocolos no se han afinado y nadie ha asumido responsabilidades. La ineptitud permanece y el riesgo también.
Mazón falló como servidor público junto con muchos otros políticos que ahora se afanan en no salir en el retrato de la incapacidad. Aunque no lo crean, los valencianos ya los han dado por amortizados a todos ellos.
La memoria se honra con obras y con verdad, no con aquelarres partidistas en forma de homenaje. Nunca es tarde. Como escribió Antonio Machado, «hoy es siempre todavía».
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