Toda ciudad hoy tiene la posibilidad de prever su futuro, desde el planeamiento. Planear la ciudad es adelantarse a futuros problemas, anticipando sus posibles soluciones. ... El plan de Málaga de 1983 apostó y acertó por encauzar la expansión de la ciudad en dirección al valle del Guadalhorce. En 1995 se redactó un Plan para la Aglomeración Urbana de Málaga con el objeto de resolver los problemas de la capital en conjunto con los municipios próximos, Torremolinos, Alhaurines, Rincón, Cártama… Pero el devenir reciente ha hecho que se desborden previsiones y que lo planeado ayer, hoy no sirva. Nuestra ciudad antes de funcionar como centro de área metropolitana, es un ser urbano que se estira a lo largo de su costa.
Hoy Málaga da vértigo. Las expectativas de crecimiento están siendo superadas. El descubrimiento del teletrabajo transforma la vivienda de vacaciones en posible primera residencia, convirtiendo en demandante en potencia de nuestra costa a toda la comunidad europea. El éxito de la Ciudad de los Museos es un factor que opera sobre el mercado de la vivienda urbana, reduciendo de manera sustancial la oferta de vivienda en alquiler. Como resultado de uno y otro factor tenemos una demanda nacional e internacional que, en su suma, triplica la oferta actual de vivienda. Los precios suben y el sector más amplio de la demanda de vivienda no puede optar a ella.
Las nuevas generaciones salen sin remedio del núcleo de la capital. Algunos pensarán que esto no es problema, sin embargo, afecta a la médula de nuestra ciudad y modificará su crecimiento. Si en un futuro próximo la mayor parte de los malagueños que van a trabajar en el sector servicios tienen que ir a dormir a Cártama, Coín, Pizarra o Antequera, en los próximos cinco años hará falta triplicar los carriles de nuestras autovías o viviremos el colapso. La inverosímil ley del alquiler de vivienda vigente empuja a muchos propietarios a la vivienda turística. Portal a portal, calle a calle, el apartotel camuflado transforma los edificios desde dentro y desde fuera los barrios, eliminando tiendas de sus aceras. Desde el centro en todas direcciones, de una manera velada, se está produciendo una transformación urbana profunda.
Urbanismo y planeamiento no tienen buena prensa. Olvidados están los maestros que se atrevieron a teorizar sobre modelos de ciudad. Tony Garnier, Arturo Soria, Le Corbusier, Howard o Rem Koolhas han sido profesionales que sintieron el compromiso de pensar y escribir por un futuro urbano mejor. Ahí están los modelos de la ciudad industrial, la ciudad lineal, la ville radieuse o la ciudad jardín. Todos esos modelos teóricos son respuesta a los incipientes cambios que se avecinaban sobre la ciudad que cada uno de ellos vivía.
Ante los nuevos sistemas de producción urge pensar un modelo urbano y planear en consecuencia. Apostar por la ciudad es algo más que conservar fachadas. La ciudad son edificios y ciudadanos. Los planes además de proteger ruinas deben proteger a los vivos, respondiendo con medidas urbanas que permitan la supervivencia de una manera de vida.
La ciudad debe posibilitar la vida del que trabaja en ella. Trabajo, vivienda y ocio sin grandes desplazamientos solo son posibles en una ciudad compacta. Málaga es tres mil años de historia puerto-ciudad. El «me llego», el «voy a hacer un mandao», el «ahora te veo» … son expresiones que sintetizan una manera de vivir en un clima mediterráneo alumbrada bajo el paraguas de la ciudad compacta. Una forma urbana que ha construido el lugar para una idiosincrasia y ha puesto marco a una forma de vida.
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