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La filosofía de vida de Serrat

Vienen curvas ·

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Lunes, 1 de octubre 2018, 09:58

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Hay gente cuadriculada que sólo se relaja teniéndolo todo bajo control. Se toman las cosas al pie de la letra y no dejan entrar matices en su vida. Suelen ser personas que están continuamente en tensión porque siempre hay factores que se te escapan. En la otra orilla están los que no planifican nada y van capeando el temporal según va llegando. Demasiada energía consumida innecesariamente para mi body. Creo que es una cuestión de porcentajes que cada uno tiene que adaptar a su forma de ser: Yo me encuentro cómoda en un 80/20 o en un 70/30, según cómo me sienta de hippy ese día. Me refiero a tener las rutinas diarias planificadas para no sufrir una crisis de estrés cada 10 minutos, pero dejar un a parte a la improvisación y sorprender un poco a tu vida diaria para no morir de aburrimiento.

Los cuadriculados suelen serlo también de pensamiento, obra, acción e ideología, así que tienden a encasillarse en una de esas posiciones en las que no hay término medio: o estás conmigo o contra mí.

Es muy cansada esa crispación de la actualidad de trincheras en la que hay que estar continuamente alineado. Sobre todo porque en cuanto miras las cosas con un poco de perspectiva todo se vuelve bastante más relativo. Y los grises sientan estupendamente frente al blanco o negro.

Por eso me gusta leer las entrevistas a Serrat, porque es un tipo que siempre parece sereno y transmite buen rollo. Le preguntaba en estas páginas Regina Sotorrío si por encima de catalán o español se sentía más mediterráneo, a lo que Serrat respondía algo así: «Por encima de nada. Yo soy de mi padre y de mi madre, de mi calle, de mi barrio, de mi ciudad, mi Cataluña, mi España y mi Mediterráno». Ha ce tiempo que soy fan no sólo de sus canciones, sino de su filosofía de vida, donde «lo importante no es lo que te pasa, sino cómo te afecta lo que pasa». Así que es perfectamente coherente celebrar, como hace ahora, un 47 aniversario y no las fechas redondas.

Una lástima que esa flexibilidad y perspectiva no se la apliquen nuestros políticos en estos tiempos en que ser un cargo público, especialmente ministro, se ha convertido en un deporte de algo riesgo. Sirve para que te hagan una auditoria desde la adolescencia hasta la actualidad y te encuentren cualquier cosa tremenda, como que hacías pellas en alguna clase para irte a al bar de la facultad o que una vez llamaste gilipollas a un conductor que no te cedió el paso.

Recuerdo una historia de un político que me encontré hace ya bastantes años, cuando acababa de llegar a Málaga y aterricé en la sección de provincia. La noche anterior a ceder el bastón de mando a su sucesor, el alcalde saliente de un municipio se fue de bares y debió beber más de la cuenta, porque cambió la foto de los Reyes que presidía el salón de plenos por una de Kim Basinger. Ahora lo más divertido que hacen es a jugar al candy crush o mirar ropa de Zara durante los plenos.

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