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Existe la posibilidad de vivir una experiencia trascendente en los próximos días en Málaga. Concretamente en Semana Santa. La inminente semana en la que se conmemoran los misterios centrales de la fe cristiana puede hacer sentir la experiencia de Dios a quien deambula por las calles, al figurante de la ciudad. Es posible incluso que, más allá de la fe de cada cual, la contemplación de obras de arte le abra la puerta a la belleza y a la trascendencia.

Quien descubre rostros, perfiles y corazones agitados hasta ese momento desconocidos para él, puede llegar a disfrutar, sin esperarlo, de una experiencia única. A estas alturas del partido, quien puebla la gran ciudad, es posible que sepa lo que significa sentirse atrapado por la vida, lo que supone descubrirse envuelto en la atracción irresistible de la primavera, lo que puede llegar a descubrir la contemplación silenciosa del misterio. Es precisamente por eso, por lo que quien habita los tejados de la ciudad puede verse sobrecogido ante el misterio hasta el punto de tratar de percibir y comprender el dinamismo global de la vida y concretamente el tipo de vida de Jesús, el Nazareno, entregada por amor desde la coherencia y autenticidad de vida; una existencia marcada por la potencia transformadora del amor.

Antonio Machado, entendía la fe como un don; una visión extraordinariamente rica e interesante. La fe, de hecho, llega al ser humano como regalo inmerecido, gratuito. Algo que, por otra parte, se alimenta con el cultivo de la espiritualidad: cuanto más vivimos en Dios, menos somos nosotros el centro; en otras palabras, la máxima desposesión lleva a la máxima plenitud.

En este sentido, la espiritualidad se impondrá en muchas personas que bucean a tientas en el misterio de la vida y pisarán las calles de Málaga en Semana Santa. La frase del teólogo Karl Rahner: «El cristiano del siglo XX será un místico o no será cristiano», podría ampliarse para afirmar que «la persona del siglo XXI será mística o no será persona», entendiendo por mística aquella persona que ha descubierto el fondo incandescente y divino que reside en el corazón de cada ser. Esta experiencia se despliega en un proceso que dura toda la vida, proceso que en los próximos días, emergerá con especial fuerza en los hombres y mujeres, amenazados de resurrección, que se dejan envolver por el misterio presente en las calles y los corazones.

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