Feria
Ya está girando la noria, los caballitos y coches de bomberos en miniatura dando vueltas dentro de su humilde sistema solar. Las concejalas ataviadas con ... volantes. Los concejales y espontáneos con sombrero cordobés y aspecto sevillano. Hemos visto una cabalgata partiendo la ciudad con un aire onírico, irreal. Como si hubieran salido de otro tiempo. Un espectáculo que creíamos que venía del pasado remoto. Pero no, era el futuro. El futuro era eso, una romería a la Virgen en coche de caballos, un atavío costumbrista del XIX. El tiempo circular, la teoría de la relatividad, el universo cuántico. Será eso. Todo eso. Un trastorno. La feria es un trastorno. Un trastorno alegre si uno reúne las cualidades necesarias para el submarinismo. Para respirar bajo el agua.
Publicidad
A los poco aficionados a esa inmersión en la música, el sombrero cordobés y el amontonamiento festivo se los considera incapacitados para la diversión. Gente triste. Biliosos. Amargados que entienden poco de la vida. Será verdad, claro. 'La vida está en otra parte', se titulaba un libro de Milan Kundera. ¿Dónde? Esa es una cuestión personal. La intensidad de la vida no es una moneda de cambio universal. Cada cual busca el oro en la mina o el arroyo que encuentra. Hay que girar, dar vueltas en el caballito de los días, tratando de huir del tren de la bruja y su túnel cuajado de espantos. Circular por la calle del infierno subiendo al carricoche que más lejos o más alto nos lleve. El que nos acerque más a uno mismo. Tarea complicada.
Y, claro, al otro lado de la frontera ferial el mundo sigue con su sorda monotonía. La feria es trastorno, pero también tregua. Una pecera de agua tibia. Al otro lado del cristal sigue dando vueltas el otro universo. El de todos los días. Los negociadores políticos se ven a escondidas. Se hacen visitas pidiendo y rebajando peticiones. Como hombres del frac cargados de deudas y resentimientos antiguos. Imitan a los coches-choque. Llevan su varilla echando chispas, pero también buenas gomas amortiguadoras. Oriente y occidente. Un chef trocea a su presunto amante. Presunto chef, presunto troceador. Y seguimos girando. Los CDR -¿se acuerdan de los CDR, los famosos Comités de Defensa de la República catalana? Los Jordis. Cuixat y Sánchez, los Pili y Mili de 2017-, pues los CDR han pedido que la Vuelta ciclista a España no pase por sus tierras. Consideran que la Vuelta invade los Países Catalanes. El imperio dando pedales. Y piden que los tomemos en serio. Es más, piden incluso marcar las pautas de la feria grande, de la gobernabilidad del país. No sabe uno a qué cabalgata apuntarse. Ni en qué tómbola jugar.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión