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FRANCISCA SÁNCHEZ JIMÉNEZ. CATEDRÁTICA JUBILADA DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
Martes, 24 de diciembre 2024, 01:00
El pasado 19 de diciembre me sacudieron con la noticia de la muerte del Profesor D. Federico Mayor Zaragoza. En ese momento sentí que el ... mundo había perdido un ser humano único, capaz de conversar, enseñar y convencer sobre ciencia, arte, sociedad y política. Pero tras unos minutos de aturdimiento, pensé: no ha muerto, no ha podido morir, porque los renacentistas, como los roqueros, y todos los que generan movimientos importantes para la humanidad, nunca mueren y D. Federico fue siempre un motor de pensamiento aplicado eficientemente a la ciencia y la cultura. Y, sobre todo, en beneficio de la humanidad y el anhelo de la paz por objetivo. De hecho, los últimos años de su vida los dedicó a la Fundación Cultura de Paz (https://fund-culturadepaz.org/), de la que ha sido presidente hasta su muerte. En esta página web, se puede leer su impresionante curriculum vitae, como respaldo a mis palabras.
No es mi intención hacer un resumen frío y ordenado de todos sus méritos, sino hablar de pinceladas que dibujan a esa persona excepcional capaz de llevar bocadillos a la Plaza de los Lobos a sus estudiantes represaliados por 'subversivos' cuando los calendarios cambiaban los años 60 por los 70, siendo él rector de la Universidad de Granada.
En 1973, se trasladó a la Universidad Autónoma de Madrid y fue cofundador del Centro de Biología Molecular (CBM, CSIC-UAM), uno de los centros de investigación más prestigiosos del país, desde el que propulsó, entre otras líneas de investigación, la de los primeros estudios sobre enfermedades congénitas y métodos de detección y tratamiento perinatal de las mismas junto con su discípula la Dra. Magdalena Ugarte. Desde entonces, y aumentando progresivamente en número y casuística, muchos adultos menores de 50 años sobreviven con buena calidad de vida gracias a ellos y sus discípulos que continúan esa hermosa labor.
Su faceta académica estuvo también plagada de responsabilidades, como las de ser rector de Granada, e incluso ministro de Educación y Ciencia (1981-82). En este periodo también propició la creación de nuevas universidades y se favoreció la cooperación científica y técnica con Iberoamérica. Como ejemplo, diré que gracias a su comprensión y ayuda, el proyecto inicial de construcción de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga pasó de dos a cuatro plantas.
Simultáneamente a sus labores como catedrático de Bioquímica, científico e investigador principal de un grupo referente y raíz de muchos otros grupos de investigación, el profesor Mayor formó parte del Grupo Internacional Asesor del presidente Mikhail S. Gorbachov (1986-1991). En 1987, fue ascendido de adjunto a director general de la UNESCO, cargo que ejerció durante 12 años, con el objetivo fundamental de «construir los baluartes de la paz en la mente de los hombres», labor que ejerció de forma implacable, y cuya experiencia le inspiró muchas de sus bellas poesías, que animo a que lean en los múltiples libros que ha publicado al respecto, y cuyas referencias pueden encontrarse en la web de la Fundación Cultura de Paz mencionada anteriormente. En ellos muestra al mundo, de un modo paradójicamente cargado de belleza, los horrores vividos por las víctimas de múltiples guerras y el desamparo del tercer mundo.
En el año 2000 constituyó la Fundación Cultura de Paz, en la que ha seguido trabajando y aportando hasta su fallecimiento. Así organizó y participó en innumerables reuniones internacionales con el fin de promover el diálogo y el consenso frente al enfrentamiento y la guerra.
Por sus distintas actividades ha recibido múltiples reconocimientos en forma de premios, como por ejemplo el ser nombrado hijo predilecto de Andalucía y otros nombramientos como doctor honoris causa en múltiples universidades nacionales e internacionales.
A estas alturas, seguro que ya habrán comprendido el título de esta reseña y la inmortalidad de la vida y obra de D. Federico. Además, nos ha dejado sus valiosísimos consejos para el futuro en uno de sus últimos libros 'Recuerdos para el Porvenir. Referentes y valores para el siglo XXI', que tengo el gran honor de que me lo dedicara cuando fui a visitarlo a su domicilio en febrero del 2024, para llevarle un diploma en el que se le agradecía desde Málaga su apoyo a la investigación de las enfermedades poco prevalentes. Nunca le olvidaremos y espero que el mundo tampoco olvide sus recuerdos y sus consejos.
Finalizo con unas pocas frases de una de sus poesías: «Bajo estos árboles hemos sembrado fruto de paz, semilla, esperando que el recuerdo de tu ejemplo permanezca imborrable en el terreno áspero, seco, pedregoso de nuestro corazón enmohecido de desamor y de recelo». Descanse en paz, y que sus recuerdos nos acompañen.
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