La familia no es una cadena de montaje
Si ves una familia como una hoja de cálculo en la que ir apuntando número de tareas realizadas, esfuerzo, frecuencia... quizás es mejor que no la tengas
No se me ocurre nada mejor para enrarecer el ambiente familiar que bajarse la app del Ministerio de Igualdad para fomentar la conciliación. Llevar ahí ... un recuentito de quién hace todas las tareas y el nivel de esfuerzo percibido que exige cada una. ¿No se les ha ocurrido a las ideólogas de semejante invento que a unas nos gusta planchar y a otros no les importa nada llevar el coche al túnel de lavado? ¿Que hay quien es bueno y le encanta llevar archivados todos los papeles de una casa, desde seguros de los coches a matrículas del colegio, y a otros les espanta un papel? -Nótese, por favor, que he usado el genérico neutro- Hay muchas cosas estupefacientes en el 'Me toca', así se llama, pero lo más es el concepto mismo: si ves una familia como una hoja de cálculo en la que ir apuntando número de tareas realizadas, esfuerzo, frecuencia...quizás es mejor que no la tengas. A esa app le falta el patrocinio de algún despacho de abogados especializado en divorcios.
Siempre me fascina de cierta izquierda que lo que son intangibles, como el amor, lo pretendan mercantilizar, convertir en una especie de plan de negocios, con sus objetivos, sus posibles fallos, sus ingresos y sus gastos. Todo lo que no pase por ahí es un amor romántico del que conviene huir, que hasta Blancanieves le han quitado a su príncipe en el remake. La familia no funciona así, simplemente porque es lo más opuesto a la objetividad, a la medición, a la evaluación de costes. Siempre nos ha chocado en casa recordar la historia de un vecino que iba acumulando en carpetas los gastos generados por cada uno de sus hijos, desde los pañales hasta la academia de clases particulares. Menuda tristeza.
¿Quiere eso decir que se deba tragar con todo, que la familia no admita discusiones sobre quién hace qué, que sea un terreno abonado para el abuso de unos pocos? Por supuesto que no. Es más, conviene tener esos debates. Siempre va a haber miembros más flojos, especialistas en el escaqueo, otros que vendan cara su aportación y otros más que simplemente no estén cuando se les necesita. Ahí cabe todo, desde un caradura con gracia hasta el drama del desequilibrio entre hermanos para cuidar de sus padres. La vida. Lo que no soluciona una app y sí, por ejemplo, educar en la responsabilidad desde pequeños. Ojalá algunos padres exigieran a sus hijos hacer más, tan hábiles con los manejos digitales pero inútiles con las tareas domésticas, desde poner y quitar la mesa, colgar lavadoras o hacerse las camas o sacar la basura. Pero no hace falta anotarlo para luego echarlo en cara.
No se me ocurre nada mejor para enrarecer el ambiente familiar que bajarse la app del Ministerio de Igualdad
Entre las tareas de la app las hay interesantes. 'Atención emocional', dice una, bajo la categoría de 'Cuidados'. Si tenemos una charla con uno de nuestros hijos sobre qué tal la vuelta al cole, ¿debemos apuntarla ahí? ¿Con qué objetivo? ¿Para decirle a nuestra pareja que llevamos tres charlas emocionales y él ninguna? ¿Qué es atención emocional? ¿Puede ocurrir que sea, por ejemplo, las risas que produce el modo en el que se cuentan anécdotas o chistes? Algunos necesitamos la alegría en vena y la podemos preferir a una perfecta división del trabajo doméstico. Una buena charla divertida de sobremesa a un repaso de quién ha hecho qué. ¿Cómo etiquetamos eso, Irene? También es atención emocional, de la mejor.
Esta gente ¿de qué programa de ingeniería social ha salido?. Una intenta no volverse conspiranoica pero cada vez es más complicado. Sólo me explico esta manera de pensar si veo en ellos un desprecio a la familia, o sea, a la natalidad. Por cierto, en la app no aparece la palabra 'hijos' y, sin embargo, sí están las mascotas. Ya no me extraña nada, desde que el otro día recibí un comunicado de prensa en el que se explicaba que las mascotas también sufrían estrés traumático ante la vuelta al trabajo de sus dueños. En fin. Acabaremos dándoles ansiolíticos y diciendo que hay que sacar del armario la salud mental de los perros. Tendré que volver a leer 'Un Mundo Feliz' y concluir de nuevo que sí, que estamos en esa mezcla de Orwell y de Huxley. Porque, claro, con la app y nuestros datos, quizás el siguiente paso es que nos mandaran mensajes diciendo que lo estamos haciendo mal. «No te metas en su matrix», me aconsejó uno de mis hijos al bajarme la aplicación, «ya tienen tus datos». Puede que tuviera razón. Esas advertencias, ¿dónde van? ¿También en 'atención emocional'?
Hace unos meses, Laura Segnier sacó un estudio sobre cómo ven la vida los hombres y las mujeres con datos muy curiosos, sujetos a la interpretación. En cuanto a las tareas de la casa, había más hombres que pensaban que hacían lo mismo que sus mujeres que viceversa. Puede ocurrir que los hombres le den escasa importancia a tareas que hacemos nosotras y no las valoren. Es un terreno pantanoso el de la percepción. O al revés, que nosotras no valoremos tareas que hacen ellos. O que nosotras no queramos delegar porque luego protestamos por cómo van vestidos los niños o por la cena que les han preparado. En el caso de los hombres, el 65% cree que hacen lo mismo que sus parejas y esa cifra baja al 41% si se les pregunta a ellas. Pues Irene Montero habrá pensado que con su app se soluciona, se apunta ahí todo y cada noche hacemos recuento. Qué maravilla de cenas.
Cuentan los datos de Sagnier que tantos los hombres como las mujeres que sienten que ayudan bastante en casa, que son corresponsables, dicen ser bastante felices. Pero, ¿qué pasa con esas que dicen hacer mucho más que ellos sin que estos, al parecer, lo aprecien? No parece que vayan a estar muy satisfechas
Hace unos meses, con parejas más jóvenes que yo, pregunté por las razones de sus amigos que se estaban separando y me dijeron que nadie disuelve una familia ya por cuernos y sí, cada vez más, por cansancio de reproches mutuos sobre reparto de tareas. Me da que empezar a apuntar en una app todo no da muestras de una actitud muy conciliadora. Creo que tampoco es la actitud adecuada para pensar en tener hijos. Así vamos en natalidad. Menos mal que hay mascotas.
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