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La campaña de las generales está resultando tan agria y antipática que lo que debería extrañar no es la falta de acuerdo para los debates de los 'prohombres' candidatos, sino que alguien tuviera ganas de verlos y oírlos. Lo curioso es que además se atrevan en pleno delirio de testosterona política a jactarse de ser los protagonistas de 'juegos de tronos', cuando en la serie que representan quienes mandan en la audiencia son las mujeres.

Hay secundarias en las listas que salvan la película de terror pesimista de esta campaña de frases sanguinolentas. Cito a vuela pluma a Carmen Calvo, Inés Arrimadas, María Jesús Montero, su tocaya de Podemos, Irene, Teresa Jiménez-Becerril... Qué desgracia para el PP haber dilapidado a Soraya Saénz de Santamaría. En la campaña se aprecia más que nunca su pérdida. Todas ellas (y otras en puestos por debajo del escalón de la entrada) aportan no solo más coraje, sino más credibilidad, conocimiento y sosiego, que tanta falta hace. Qué diferencia las palabras de Jiménez Becerril en la crítica acertada al escrache de Rentería a candidatos de Cs con las de algunos de sus colegas del PP. Puede haber desacuerdo en sus puntos de vista, pero no en su manera de decir las cosas sin exabruptos, insultos y mentiras.

No sé hasta qué punto el devastador incendio de Notre Dame de París y la caída de la aguja de la catedral más visitada de Europa tendrá un efecto simbólico sobre el pesimismo que pulveriza este continente, pero algo puede intuirse. Mientras escribo esto arde Notre Dame, que es como decir arde París, y asomo en cada línea a la web para ver cómo va desmoronándose en cenizas la famosa fábrica gótica. Ya no nos queda ni Finlandia. Otro mito jorobado cuando la buena educación no sirve para combatir el racismo y la xenofobia que han prendido sin verlo venir en tantos 'verdaderos finlandeses' amanecidos en la extrema derecha. Hasta en las mejores escuelas se enseña la ignorancia, se aprende el odio al desconocido y se ejercita el espíritu de superioridad.

En Andalucía los ecos de la campaña tienen su propio sonido, el de las cornetas y tambores de la Semana Santa. Para unos es religosidad, para otros cultura, tradición y turismo. Para la mayoría son emociones ligadas a todo ello y ajenas a las ideas o preferencias políticas, como dice Moreno. Como en Finlandia, siempre hay alguien dispuesto a prender una chispa que tuerza la aguja de la concordia hasta romperla. Bien por la cofradía de Mena de Málaga al sugerir educadamente que no vayan los candidatos a su traslado del Cristo; y mal por la del Baratillo de Sevilla, que le ha colocado un fajín de Franco a la imagen de la Virgen. El fajín no tiene entidad para que arda Madrid, pero es sintomático de la corriente finlandesa.

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