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EUROVISIÓN ES UNA MIERDA

MIKEL LABASTIDA

Martes, 15 de mayo 2018, 09:40

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Lo de Eurovisión de este año ha sido una mierda. Nunca esa palabra ha estado asociada de una manera tan explícita al certamen de la canción. Y no será porque no cuente con un montón de detractores, que año tras año se rasgan las vestiduras por el nivel de los artistas o porque TVE gaste un dinerito en participar. «Entre 400.000 y 500.000 euros», indicó Ana Pastor en 'El Objetivo', que el domingo hizo periodismo de datos sobre este acontecimiento. Pues eso, cada vez que llegan estas fechas surgen los seguidores acérrimos del evento y los que pasan de él porque lo consideran una mierda. Pero este año, la calificación escatológica ha venido motivada por causas que nada tienen que ver con los musicales.

A estas alturas quedarán pocos que no sepan que Alfred le regaló a Amaia el libro con el que el cantautor Albert Pla debutó en la literatura, que narra las vicisitudes de un cantante uruguayo en una gira que le lleva de Galicia a Andalucía, y que se titula 'España de mierda'. El nombre de la obra provocó que se realizase un juicio sumarísimo a la pareja de cantantes que iba a representar a nuestro país, para ver si estaban suficientemente convencidos de su responsabilidad. Tal y como están las cosas, lo extraño es que ningún juez ordenase el secuestro de todos los ejemplares, como sucedió con el 'Fariña' de Nacho Carretero.

Amaia y Alfred se convirtieron en sospechosos y tuvieron que superar toda clase de interrogatorios para demostrar que eran los apropiados para la labor que iban a desempeñar en Lisboa. Isabel San Sebastián, en 'Amigas y conocidas', se interesaba unos días antes de la actuación por si estaban orgullosos de representar a España. «Sentimos responsabilidad», decían ellos. «¿Y orgullo? ¿Y orgullo?», replicaba la otra. Y hasta que no logró la confesión que quería no paró. No recuerdo tanta insistencia con otros cantantes que participaron en anteriores ocasiones.

El título del libro ha perseguido a Amaia y Alfred hasta el último momento, lo cual, hay que reconocerlo, es una mierda. Menos mal que ellos se lo tomaron con humor y hasta recurrieron al excremento en cuestión para calificar la posición en que quedaron. A eso se le llama saber jugar.

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