Quién me espía
VOLTAJE ·
Si de algunas circunstancias resulta imposible huir, ¿para qué resistirse?Lo más probable es que nos estén espiando a todos la mayor parte del tiempo y para eso no ha hecho falta tener instalado un ... virus en el móvil. Tampoco han tenido que cesar a la jefa de los espías. Nuestros correos electrónicos están cribados para anunciarnos lo que corresponde y para aprender de nosotros hasta lo más íntimo. Recuerdo un documental, de hace ya una década, que trataba sobre los términos y las condiciones que aceptamos cuando vamos a registrarnos a cualquier servicio o página en internet, y resulta de verdad terrorífico lo que dicen esos textos inauditos, imposibles de leer, y que de hecho no creo que lea nadie a no ser que se dedique a esto o que lleve una existencia que le está pidiendo a gritos más vida.
Hay casos en los que ser espiado puede tener sus ventajas. Se me ocurren varios. Si nos centramos en el mundo del marketing, y puestos a aceptar a la publicidad como parte de nuestra rutina, prefiero que me anuncien aquello que me interesa, y no violines o equipos de submarinismo. Dicen que Amazon sabe lo que vamos a comprar antes de que nosotros conozcamos el producto. Las recomendaciones de música nueva en Spotify convierten a su algoritmo en uno de los mejores djs del universo, y que pincha solo para ti.
Yo tengo localizado a varios de mis espías. Hace unos meses me descargué Tik- Tok, la aplicación de vídeos cortos que se van pasando con el dedito y que es lo más parecido a mezclar el zapping con las anfetaminas. Se entiende que los adolescentes acaben enganchados, pero también resulta desolador, porque habrá pocas cosas peores que esa para estimular la concentración. Después de un tiempo de visionado uno parece un zombie y resulta difícil concentrarse en un solo párrafo. Parece que los contenidos están hechos para ti porque el sistema aprende con cada toque. Sabe tanto que sospecho que me escucha, tanto que quizás acabe contándole mis cosas. Los móviles están preparados para escuchar todo el rato igual que las Alexas. Si uno se tira un par de días comentando las ganas que tiene de ir a Finlandia, sin teclearlo jamás en ninguna búsqueda, es muy probable que salgan anuncios o contenidos relacionados con una posible escapada a Helsinki.
La mayor parte del tiempo estamos literalmente rodeados de micrófonos y de cámaras. Los hay en un montón de aparatos. Hay una pareja de escritores que no querían una tele conectada a internet porque decían que te espiaban y que llevaban una cámara escondida. Ahora tienen en su salón una pantalla de 68 pulgadas y dotada con inteligencia artificial. Si de algunas circunstancias resulta imposible huir, para qué resistirse.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión