Especialidad en cochinillo
VOLTAJE ·
El eurodiputado de Vox no fue al parlamento 'de empalme', sino que intervinodesde la propia fiestaSigo impactado por la fina estampa que nos ha dejado esta semana Hermann Tertsch al intervenir de forma telemática en el Parlamento Europeo desde un ... asador, en plena sobremesa, bien rodeado de botellas de licores fuertes, que es algo que en los restaurantes siempre aporta sensación de confianza y de respeto mutuo. El eurodiputado de Vox no encontró un sitio más tranquilo en Aranda del Duero desde el que dirigirse a toda Europa que un mesón especializado en cochinillo. El sonido de fondo culmina el menú de esta tragedia, con clientes pidiéndole que se fuera a otro lugar y haciendo ruido con los tenedores para torpedear la soflama que estaba soltando, con lo difícil que es encontrar a gente de izquierdas en un mesón, establecimientos en los que se suele comer muy bien y con contundencia, y que tienen la costumbre de decorar sus entradas con banderas de España, no vaya uno a pensarse que está entrando en la República de Panamá.
El eurodiputado hace vanguardia con una situación inaudita entre los fiesteros, que no consiste en acudir al parlamento 'de empalme', sino que va más allá, interviniendo en el pleno desde la propia fiesta. Es algo que yo comprendo en cierto modo: para mí, la fuente de inspiración es la hora de entrega, y el columnismo siempre invita a redactar los artículos desde los lugares más insospechados, te pilla muchas veces acorralado por gente variopinta, rodeado de música o de sonidos de todo tipo, ya sea en un bar o encima de una roca. Confío en que esa diversidad de ambientes haya contribuido de manera positiva al sentido de la columna, pero no ocurre lo mismo -creo yo- con la intervención en un parlamento. Cómo no acordarse ahora de aquella concejala del climático municipio de Torrox que asistió a un pleno apoltronada en una tumbona, con bikini y con gafas de sol, una imagen paradigmática de la política en lugares ardientes que ella luego justificó mediante el emblema de la conciliación laboral; mártir del teletrabajo, como Tertsch de la sobremesa.
El artículo se acaba y toca revelar que un día Hermann Tertsch me invitó a comer. Fue una invitación accidental. Coincidimos, cómo no, en un mesón, el Rincón Catedral, cuando él estaba con unos amigos comunes y yo nada menos que con la viuda de Borges, María Kodama, y a él le hizo tanta ilusión conocerla que montó un pequeño escándalo con Emilia para juntar las mesas. Hablaron un rato de varias cosas y parecía un hombre cabal y educado. Me temo que esta aparente caballerosidad y tanta cultura quedan luego mutiladas por su imagen pública, su afición al insulto, su querencia por la desfachatez y por las malas maneras y, en definitiva, por unos exabruptos que le convierten a él en lo que más le gusta: un asador especializado en cochinillo.
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